domingo, 19 de enero de 2014

LA NAVA, SANTOÑA Y UN PLAN NO PREVISTO

Lo que iba a ser un viaje en solitario a Santander y Santoña se convirtió en un viaje de tres personas (Mariajo, Virginia y yo) aunque a última hora la primera no pudo acompañarnos. Así pues, el día 9 de enero, apurando mis vacaciones, salimos desde Madrid Virginia y yo con dirección, primero a laguna de la Nava. El objetivo era claro: la barnacla cuellirroja que se me escapó en diciembre y que esperaba no volviera a darme esquinazo. Con el cielo plomizo pero sin lluvia llegamos a nuestro destino a media mañana, donde se unieron Óscar y su novia Patri para pasar el día. Realizamos un par de rutas por pistas de tierra para observar gansos en los campos aledaños a la laguna y, al contrario que en diciembre, la cifra era paupérrima. También hicimos uso de los observatorios para inspeccionar la lámina de agua. En esos primeros momentos destacaré la observación de varios escribanos palustres, un macho de escribano soteño, un total de 7 garcetas grandes, un macho y joven de pájaro moscón, multitud de anátidas (casi todas las especies representadas) y el gruñido inconfundible del rascón. 

Un bonito momento fue el vivido mientras observábamos avutardas, cuando un bando de grullas nos sobrevoló con su característico trompeteo. No estaba yendo mal la jornada aunque la barnacla se resisitía. Varios intentos hicimos para que los grupos de ánsares se pudieran ver más cerca pero poco pudimos conseguir. Se acercaba la hora de comer y decidimos acabar en el parking del observatorio de Corralillos para descansar. 

Mientras comíamos, comentamos cómo afrontar la tarde porque se nos acababan las oportunidades de poder localizar y observar a esta rareza venida del frío. Comenté que el mejor punto para intentarlo era en el borde de la carretera, más o menos en medio de la laguna, y esperar a que los gansos se acercaran a la laguna a beber y relajarse, cosa que suelen hacer sobre la hora de comer. Pues así lo hicimos. Trayecto a pie hasta el punto elegido y a barrer con los telescopios toda la zona, con especial atención a los grupos de ánsares. A eso de las 16:15 horas, localizo al protagonista de la jornada. ¡Por fin! 



Barnacla cuellirroja Branta ruficollis


Así la pudimos contemplar y disfrutar hasta que, una hora más tarde, el bando de ánsares al que estaba asociada levantara el vuelo y con él a nuestra protagonista, dirigiéndose hacia la puesta de sol que ya avisaba que debíamos seguir viaje. Sobre las 17:30 horas emprendimos el viaje hacia el norte. Santoña nos esperaba, e íbamos repasando las especies que podíamos ver allí mientras se cernía la noche sobre la tierra palentina.

Llegamos al albergue pasadas las 21:30 horas, donde pasaríamos las tres siguientes noches.

Salimos al día siguiente con las primeras luces hacia Montehano. En primer lugar bajamos por el monasterio para localizar al primer protagonista del día: el somormujo cuellirrojo. Mientras esperábamos que apareciera, las especies se iban sucediendo: zampullín cuellirrojo y cuellinegro, garceta grande, águila pescadora, somormujo lavanco... se iban añadiendo a nuestros cuadernos de campo a medida que avanzaba la mañana. Al parecer, el mejor punto para localizarlo era en el puente sobre el canal. Y para allá que nos fuimos. Al rato de llegar, una persona nos dice que el somormujo hace un rato remontó el canal, perdiéndose de vista. Pusimos cara de haba pero no desistimos. Si seguía por aquí, aparecería tarde o temprano. Seguíamos observando todo bicho viviente que aparecía cerca del puente y en una de estas, ¡por allí viene! Se acercaba como si no fuera la cosa con él. Ya lo teníamos cerca, muy cerca.



Somormujo cuellirrojo Podiceps grisegena



Zampullín cuellinegro Podiceps nigricollis


Ni que decir tiene que estuvimos disfrutando de él prácticamente toda la mañana, la ocasión lo merecía. Era el principal objetivo del viaje y ya estaba conseguido. Visitamos a continuación las charcas de Bengoa y Dueso, donde abundaban las gaviotas reidoras y las anátidas. La playa de Berria fue nuestro siguiente destino donde, además de comer, añadimos a la lista alcatraces y trenes de alcas. 

La tarde estuvimos buscando al colimbo ártico que se adentró en el puerto de Santoña unos días atrás pero no apareció. Aprovechamos también para asomarnos a la pequeña ensenada que hay al lado de la plaza de toros por si algún otro colimbo aparecía por allí. Sólo vimos colimbo grande, habitual invernante por estos lares. Yo también aproveché para hacer un recuento de barnaclas carinegras que, según parece, han aumentado en población con respecto a otros años. Contabilicé 88 individuos, aunque podría haber más.



Focha común Fulica atra



Colimbo grande Gavia immer


Lo que quedaba de tarde lo dedicamos a acercarnos al puerto de Colindres donde se había citado un colimbo chico y una hembra de porrón bastardo. Sólo vimos al porrón, y descubrimos unas marismas muy interesantes. El día no dio más de sí. Esa noche, en el albergue, coincidimos con un grupo de pajareros que venían prácticamente a por las mismas citas que nosotros. Hablando con uno de ellos, nos dio a conocer el plan del grupo para el día siguiente: la collalba desértica de Muskiz. Virginia y yo nos miramos y, ante lo apetecible del plan, decidimos unirnos a ellos y así variar nuestro plan original. 

Aun era de noche cuando salimos dirección a Muskiz, en cuyas dunas se había observado una collalba desértica. Sin duda, una interesante cita. Llegamos con los últimos coletazos de la noche, y empezamos a buscar cerca del puente de acceso. Pudimos ver como cita más interesante la barnacla cariblanca que anda por allí desde hace unos días. Un rato después, el grupo decidió acercarse a Colindres mientras Virginia optó por que nos quedáramos un rato más. En esto que un hombre con prismáticos se acercó a nuestra altura y nos preguntó si estábamos buscando la famosa collalba. Tras nuestra respuesta afirmativa nos reveló que lo acababa de ver en el lado oriental de la playa, al otro extremo de donde nos encontrábamos. En unas pequeñas dunas junto a un aparcamiento encontramos al pajarillo revoloteando sin parar hasta la playa, mostrando un comportamiento esquivo para, inmediantamente después, acercarse a nosotros sin ningún pudor. Allí lo disfrutamos un rato. Nos regocijamos en nuestra suerte porque nos daba tiempo a visitar otros lugares que teníamos pensado, como Colindres. Afortunadamente, el grupo repitió visita a la hora de comer y también vio al pájaro.



Collalba desértica Oenanthe deserti


En Colindres disfrutamos un buen rato de los numerosos limícolas que había en las marismas, y nos ahorramos la visita al puerto porque no había ni colimbo chico ni porrón bastardo, según nos dijeron los numerosos pajareros con quienes nos cruzamos. 

Hicimos un último intento con el colimbo ártico, sin éxito, y dedicamos la tarde, ya con mi tobillo maltrecho, a visitar Cicero y Escalante, donde localizamos varios ánsares comunes y un único ánsar careto.

Para rematar el fin de semana, nos enteramos de la presencia de un escribano nival en la Morcuera aunque, cuando nosotros llegamos, no lo vimos. Desconozco si se sigue viendo por allí.

Agradecer a Virginia el acompañarme en este viaje a Santoña y Palencia, y lamentar que mi amada Mariajo no hubiera podido ser de la partida. También al grupo de pajareros, del que tan solo conozco el nombre de uno, Pedro. Gracias. Y a Óscar y Patri por el ratito tan agradable en Tierra de Campos.

Gracias por seguir mi blog, un saludo.








2 comentarios:

Santi Villa dijo...

Vaya colección de bichos interesantes te llevaste al saco eh?

Gabriel Lorenzo M. dijo...

Fueron unas jornadas geniales y sí, cayeron algunos bichos muy interesantes.