jueves, 28 de junio de 2012

EL DURATÓN Y SUS AVES

Y la idea la tuvo Edu, que me llamó unos días antes y lo propuso. No nos lo pensamos Mariajo y yo, así que el pasado viernes salimos desde Madrid hacia Sepúlveda, donde pasaríamos la noche. Una vez reunidos los cuatro (Chus, Mariajo, Edu y yo) en el hotel, sólo nos quedaba planificar el día siguiente mientras cenábamos en uno de los múltiples establecimientos del histórico pueblo. Durante el paseo, un lejano autillo se dejaba escuchar con total nitidez. Buen augurio.

Madrugamos el sábado como no madrugábamos hacía tiempo. A las seis de la mañana nos encontramos en el aparcamiento con todos los trastos y el sueño reflejado en nuestros rostros. El principal objetivo era intentar observar a la estrella de la paramera segoviana: la alondra ricotí. El sol apenas despuntaba en el horizonte cuando ya nos encontrábamos barriendo el páramo en busca del "diablo". No tardamos ni un minuto en localizar el peculiar canto de tres ejemplares a ambos lados del camino. El nerviosismo era más patente porque ocurría lo de casi siempre: está ahí, prácticamente a tu lado, pero no lo ves ni por asomo. Pero la suerte estaba de nuestro lado. Elegimos el lado del camino que nos permitía tener el sol más o menos a nuestra espalda e intentarlo ahí. ¡Bingo! El canto se aproximaba cada vez más, era más cercano, tiene que estar ahí delante. Y unos acertados barridos con los prismáticos nos permitió su observación como pocas veces podremos verlo. ¡Precioso! ¡Fíjate qué grande es, y qué oscuro! ¡El pico es largo y curvo! Los telescopios hicieron bien su trabajo, y Chus, Mariajo y Edu bimbaron a la Dupont (yo lo hice el año pasado). Otra cosa era fotografiarla, como podéis comprobar en la imagen de esta entrada (mediante digiscoping). No duraba más de unos segundos quieto en el mismo sitio, y cambiaba cada dos por tres de posadero y lugar. Además, la luz fuerte y lateral no ayudaba para nada. Incluso la vimos en su típico vuelo de cortejo mientras reclamaba. No se podía pedir más. Pero lo importante es que los cuatro disfrutamos como nunca de la observación de una de las aves más esquivas y raras de la Península. Misión cumplida. La collalba rubia y gris, y otros aláudidos como la terrera común y la calandria completaron un magnífico rato de pajareo en el páramo.





Alondra ricotí



Con una sonrisa que no nos cabía en la cara, y cuando el sol ya empezaba a apretar, decidimos volver, sin antes intentar observar curruca mirlona en una zona cercana. Aquí se nos resistió, pero el bisbita campestre, la curruca rabilarga, el alcaudón común y la cogujada común salieron a nuestro encuentro.

La siguiente parada nos llevaría a unos pequeños cortados cerca de Hinojosas del Cerro, donde el objetivo eran, principalmente, los dos roqueros. Antes, en un apartadero, aprovechamos la sombra de una chopera para observar mosquitero papialbo y gorrión chillón, y escuchar oropéndola y torcecuellos. En los cortados sólo pudimos ver al roquero rojo, pero cómo lo vimos. El día estaba saliendo redondo. La zona es propicia también para el escribano montesino y hortelano, y las currucas, sobre todo tomillera y mirlona (sólo oída). La presencia en vuelo de una pareja de alimoches cerró la jornada en el lugar. El lugar también merece la pena por la cantidad de mariposas que vimos. Edu y yo nos pusimos al día con esta clase animal.





Roquero rojo



Escribano hortelano


El valle del Tabladillo era nuestro siguiente destino. Tras un brevísimo paseo por la carretera pudimos observar numerosos buitres leonados en sus buitreras, y el ansiado roquero solitario. El paseo no dio para más porque queríamos tomar algo fresco antes de volver a Sepúlveda para dar por concluida la mañana de pajareo.

El lugar elegido fue Burgomillodo, con su embalse y un recomendable recorrido sin dificultad a lo largo del río Duratón, con posibilidad de observar aves propias de ribera. Unas cocacolas y una ración de judías (¡qué buenas, madre mía!) cerraron la jornada pajarera. De vuelta al pueblo, obligada cita con el cordero típico de la zona (¡ay omá, qué rico!) en una agradable comida.

Ya por la tarde, Mariajo y yo decidimos ir a Sanchonuño a pasar el resto del fin de semana, mientras Chus y Edu se quedaban otra noche más allí. 

Aprovecho estas líneas para dar las gracias a Chus y Edu por acordarse de nosotros para esta jornada que salió tan redonda, esperando repetir muchas veces más donde sea. Un abrazo a los dos. Y a Mariajo porque accedió a pasar ese fin de semana con ellos a pesar de que pensábamos ya tomarnos un par de fines de semana de descanso, y por estar siempre a mi lado. Te quiero, mi vida.

miércoles, 20 de junio de 2012

CARROÑERAS EN BOUMORT

La primera semana de junio era el momento esperado durante un año: me iba a la sierra de Boumort a fotografiar carroñeras. Además, por esas fechas tendría la posibilidad de observar e inmortalizar a los cuatro buitres ibéricos: alimoche, buitre negro, buitre leonado y quebrantahuesos, que era mi principal objetivo. 

El lunes cogí un AVE que me llevó a Lérida y, tras un día de conexiones y viajes, por fin llego a mi destino: el pequeño pueblo de Conques. Allí me alojé en Casa Ramona, una coqueta casa rural donde su dueña, Ramona, fue una perfecta anfitriona. También conocí a Modesto, guarda mayor de la Reserva, Marc y Juliá. A todos ellos mi más sincero agradecimiento por su profesionalidad, trato y amabilidad. Gracias.

Al día siguiente, casi sin darme cuenta, estábamos camino del hide. Los nervios estaban presentes, me hacía ideas de cómo sería el sitio, cómo se darían los dos días que pasaría en el hide... Tras una media hora en coche, llegamos al lugar. Un lugar mágico, precioso, presidido por la imponente sierra del Carreu. A medida que avanzábamos al muladar, los buitres ya planeaban por encima sabiendo que hoy era día de pitanza. La nube de rapaces iba en aumento. El hide tenía buena presencia desde fuera, y no era muy pequeño. Me metí en él a preparar el equipo mientras ellos iban esparciendo los animales muertos por la zona. No terminarían su trabajo y los buitres ya estaban en el suelo dando cuenta de los primeros pedazos. Tras desearme suerte, Modesto y Juliá se marcharon, dejándome solo delante de esos bichos, que, como posesos, bajaban por cientos como si no hubieran comido en días. El sonido de las alas y sus gruñidos te ponían el vello de punta. No había quién parara eso. Y, poco a poco, fueron cayendo el resto de carroñeras. A lo largo del día, tuve a los cuatro buitres delante, más cerca o más lejos, pero a buena distancia para disfrutar de ellos. El más receloso, como no, fue el quebrantahuesos, pero pude fotografiarlo más o menos bien. El buitre negro posaba como un modelo, una especie reintroducida en el Pirineo y que, según me contaba Modesto, se ha reproducido con éxito. El alimoche iba a su bola, contentándose con los restos que salpicaban de la buitrada. Incluso algún zorro se atrevía a asomar el hocico por si algo caía.

Llegaba la noche y, con ello, el cese de movimiento en el muladar. Y con la oscuridad, los sonidos nocturnos: chotacabras europeo, autillo... El cansancio acumulado durante la jornada hizo que cayera como un bendito en el saco de dormir. Mañana, segunda y última jornada. 

Y como avisó Modesto, la algarabía no iba a ser tanta, ya que la mayoría de animales ya comieron el día anterior. Efectivamente, quitando a los buitres leonados, el resto apenas se asomó al muladar. Los buitres negros se mostraron distantes, igual que los alimoches, y los quebrantahuesos aparecían a cuentagotas. Como dato resaltaré que, por la tarde, llegué a tener cinco quebrantahuesos juntos en el muladar, cuando ya apenas quedaban buitres en la zona. Está claro que cada animal sabe cuál es su estatus allí y conocen el turno que les toca a la hora de comer. La vuelta pasó entre comentarios y anécdotas hasta llegar de nuevo a Conques, y me despedí de Modesto y Marc. Sin duda, y ya se lo comenté, repetiré.



Alimoche



Buitre leonado



Buitre negro



Quebrantahuesos


El jueves, día de descanso, dediqué la mañana a realizar una ruta por los Estanys de Basturs. Lo forman dos lagunas de origen cárstico, de las mejor conservadas de Cataluña. La laguna grande se encuentra rodeada de choperas que le dan el aspecto de un mini oasis, con buena representación de flora y fauna. Desde Conques por una pista rural sin asfaltar se llega a este lugar tras 3,5 km de cómodo recorrido. Próximamente publicaré aquí fotos de flora, incluidas un par de orquídeas. Buen lugar para observar aves asociadas a bosques de ribera, como la oropéndola, el mosquitero papialbo, el trepador azul, el agateador común, el carricero común, el pico picapinos o el escribano soteño, por citar algunas. 





lunes, 18 de junio de 2012

LAS ARRIBES DEL DUERO


Las Arribes del Duero




Hace más o menos un año que planeamos volver a visitar este paraje natural con nuestro amigo Guille. El último fin de semana de abril fue el momento elegido para ello. Desgraciadamente, Guille no nos pudo acompañar, pero nos dio consignas para poder disfrutar de los bellos parajes del lugar. El domingo, Killo sí nos acompañó por la mañana en un agradable paseo cerca del río Tormes. Gracias a ambos por su colaboración y su amistad. Y gracias a Mariajo, por su amor y porque disfruta como una niña observando aves o descubriendo flores. Esta entrada se la dedico a ella, que necesitaba un fin de semana así, para descansar y disfrutar. Gracias, amor.



Lagartija colilarga (hembra)




Buitre leonado




Digitalis purpurea




Verbascum sp.



Serapias lingua



Dipcadi serotinum



Tuberaria guttata



Aporia crataegi



Lycaena alciphron