domingo, 28 de diciembre de 2014

TREPARRISCOS Y QUEBRANTAHUESOS PARA ACABAR EL AÑO

Una atípica meteorología, un gran ambiente y buenas observaciones presidieron la última excursión del año de Spainbirds, que nos llevó a paisajes verdes cerca del Pirineo oscense. Tras un largo y tranquilo viaje, nos presentamos en los Mallos de Riglos para nuestro primer objetivo: el treparriscos. Debido al buen tiempo predominante, los únicos treparriscos que vimos en este primer intento fueron la multitud de escaladores que aprovechaban el sol para disfrutar de su deporte favorito. A pesar del fracaso, pudimos deleitarnos con otras aves como los confiados acentores alpinos, en el mismo pueblo, escribanos montesinos y pinzones vulgares, estos últimos en el acceso al conglomerado rocoso.



Mallos de Riglos



Acentor alpino Prunella collaris


Tras una entretenida jornada mañanera, nos dispusimos a comer gracias a la amabilidad del dueño de un establecimiento, cediéndonos unas mesas y sillas. En esto estábamos cuando John, quien si no, divisó un gavilán cicleando a buena altura y descubrir, para nuestra sorpresa, que estaba siendo atosigado por... ¡¡¡un treparriscos!!! Ver para creer. Esto nos animó a intentarlo de nuevo después de comer para, ahora sí, disfrutar de su observación en tan peculiar comportamiento y que le da nombre. Tan embobados estábamos con esta avecilla que para nuestro siguiente destino, el castillo de Loarre, no llegaríamos con luz para buscar más aves, pero sí para deleitarnos con impresionantes mares de niebla y el sol escondiéndose.



Treparriscos Tichodroma muraria



Treparriscos Tichodroma muraria



Vistas desde el castillo de Loarre



Con la noche presente sobre nosotros, nos encaminamos hacia nuestro hotel en la ciudad de Huesca. Al día siguiente le tocaba a la otra estrella del fin de semana.

En una fría y soleada mañana, nos fuimos a Santa Cilia de Panzano, a un muladar propiedad del Fondo Amigos del Buitre, donde Manuel Aguilera lleva muchos años alimentando y estudiando a nuestras carroñeras, llenando el ambiente y nuestros oídos de bellas e interesantes historias, haciendo más amena la espera del quebrantahuesos, después de haber disfrutado de los buitres a escasos metros mientras Manuel les hablaba, mimaba e, incluso, regañaba. Al mediodía, puntual como un reloj, apareció nuestro primer quebranta, para un total de cuatro, que no nos perdía ojo con sus frecuentes pasadas y vuelos, en una serie de estampas que difícilmente podremos olvidar.



Buitre leonado Gyps fulvus



Quebrantahuesos Gypaetus barbatus


Con los dos objetivos cumplidos, una climatología benigna, unos bellos paisajes y un excelente ambiente regresamos a Madrid sin incidencias, en esta última excursión del año, aprovechando para desear a tod@s felices fiestas y que este 2015 sea mejor en todo para tod@s. Un saludo.