lunes, 20 de junio de 2011

SIERRA DE GREDOS

El pasado día 11 de junio visitamos de la mano de SEO y Spainbirds la sierra de Gredos, en una excursión de un día y que no defraudó, aunque notamos el enorme calor reinante en la zona y la masiva afluencia de gente. No en vano, el buen tiempo y el ser fin de semana animó a salir a la montaña, unos a caminar y disfrutar de los paisajes, y otros a pajarear. Tras salir con algo de retraso desde Madrid, encaramos desde Hoyos del Espino el camino hacia La Plataforma, sin duda el lugar más visitado del Parque Regional. La presencia de vehículos en el enorme aparcamiento nos auguraba ya la afluencia de personas por todas partes. Iniciamos la caminata por la pista ascendente, y empedrado en su primer tramo, que conduce a la Laguna Grande. En las paredes graníticas que encajonan la ascención ya nos pudimos deleitar con las evoluciones de una pareja de roqueros rojos, que nos sobrevolaban constantemente aportando ceba a un supuesto nido que no encontramos. En los primeros piornales que encontramos, antes de llegar al denominado Prado de las Pozas, encontramos a la principal figura del lugar: el pechiazul. Primero localizamos hasta tres pollos de pechiazul en el suelo danzando entre piornos. Nos alejamos de la zona y observamos el primer adulto de la mañana cantando en lo alto de un piorno. Adentrándonos en el piornal y distribuyéndonos a lo largo de la mancha amarilla, localizamos algunos adultos más, pero la mayoría de las observaciones eran fugaces. Hasta que un precioso macho se nos posó a no más de ocho metros, y empezó a cantar. Cada dos por tres volaba hacia atrás, permitiéndonos ver su vuelo en paracaídas mientras lanzaba notas sin parar. Así estuvo cerca de un cuarto de hora, hasta que nos tuvimos que ir. Otro habitante del piornal, la collalba gris, también resultó ser abundante.



Pechiazul



Collalba gris


Bajamos hasta el puente del Duque para comer y andar por la zona en busca de aves forestales y de ribera. Cerca del camping se puede ver papamoscas cerrojillo bastante bien, y en los pinares adyacentes, reyezuelo sencillo, totovía, carbonero garrapinos, trepador azul o herrerillo común, por citar algunos.



Colirrojo tizón (macho)



Papamoscas cerrojillo


Ya entrada la tarde, iniciamos otro pequeño recorrido por zonas de piornos, siguiendo el curso del río Barbellido, accediendo desde la carretera a Navacepeda de Tormes. Aquí, además de los espectaculares paisajes, pudimos deleitarnos con la presencia de la lavandera boyera, los escribanos montesino y hortelano, la curruca zarcera o habitantes no alados del lugar como el lagarto ocelado o la lagartija serrana. Desde aquí volvimos a Madrid con mucho calor durante toda la jornada.



Escribano hortelano



Lagarto verdinegro




sábado, 11 de junio de 2011

TREPARRISCOS LEONÉS

El último fin de semana de mayo, SEO y Spainbirds organizaron un viaje ornitológico a la provincia de León, concretamente a los valles de los ríos Torío y Curueño. El atractivo de esta zona, situada a unos 40 kilómetros del NE de la capital, radica en mi total desconocimiento de la zona, ni oírla hablar siquiera, y sus sugerentes habitantes alados. No me lo pensé dos veces y allí que me fui y, la verdad sea dicha, quedé encantado con el lugar, no solo en lo ornitológico, sino también en lo paisajístico. Recomiendo su visita a todo el mundo, merece visitarlo y disfrutar de su tranquilidad y su belleza.

La aventura comenzó en la propia capital, donde nos reunimos con Javier Fernández, perfecto conocedor de estas tierras y que hizo de perfecto anfitrión. Después nos dirigimos a un céntrico parque de la ciudad para observar grajas, un ave sólo detectable en esta provincia dentro del territorio español. Estuvimos deleitándonos con sus idas y venidas, aunque nosotros mismos nos convertimos involuntariamente en el centro de atención de los numerosos leoneses que paseaban por las calles. Conseguido el primer objetivo del fin de semana, nos dirigimos al valle del río Torío, y más concretamente, a las hoces de Vegacervera, para ver aves rupícolas y, sobre todo, al treparriscos. Comenzamos a caminar al principio de las hoces por la carretera que la cruza, en un paseo de poco más de dos kilómetros. En las diversas paradas que realizábamos pudimos observar aves tan interesantes como el mirlo acuático, gavilán común, halcón peregrino o lavandera cascadeña, por citar algunos. Pero el momento álgido fue cuando observamos a un macho de treparriscos moverse por las peñas y paredes con total naturalidad, permitiéndonos fijarnos en su vuelo de mariposa, su gris y rojo y largo y curvo pico, aunque en la lejanía. Con esto nos dábamos con un canto en los dientes. No nos imaginábamos lo que íbamos a ver por la tarde. Después del agradable paseo (precaución con la circulación) y de un agradecido refrigerio, subimos por serpenteante carretera hasta Valporquero, para disfrutar de las vista desde un mirador llamado "La Atalaya". Además de la vista del valle, las aves siguieron saliendo a nuestro paso: bisbita arbóreo, curruca zarcera, escribano cerillo y acentor común. A la vuelta a León, se decidió volver a parar en el mismo sitio donde se observó al treparriscos por la mañana, porque había gente que se quedó sin verlo. No tardó mucho el macho en sobrevolarnos y posarse en una cercana pared, para nuestro deleite. Pero ahí no quedó la cosa. Si un macho de treparriscos en plumaje nupcial se pone a 15 metros tuyo mientras se baña y acicala tranquilamente, con breves movimientos a las paredes contiguas, por espacio de 10 minutos, podemos asegurar sin miedo a equivocarnos que estamos delante de una excelente observación de treparriscos. Nunca he visto a cerca de 50 personas subirse a un autobús con una sonrisa que no cabía en la cara. No es para menos.

El domingo tocaba visitar el valle del río Curueño, paralelo al del Torío, y con más belleza paisajística si cabe. Lo que hicimos fue subir hasta el puerto de Vegarada, y de ahí ir bajando hacia la capital. Empezamos en dicho puerto, con espectaculares imágenes, y con la vecina Asturias a la vista. La gente disfrutó del lugar como no recordaba: aves (escribano cerillo, acentor común, bisbita alpino, pardillo común, etc.), flora (multitud de orquídeas, herbáceas y flores), anfibios (tritón ibérico), todos disfrutaban de lo que allí encontraban, del buen tiempo (a pesar del ligero viento) y compañía. Hubiéramos pasado el día entero allí, y no era para menos. La siguiente parada es en el pueblo de Lugueros, donde realizamos un relajante paseo por sus alrededores, comenzando y terminando en sendos puentes romanos (el último remodelado). Como nuevas especies citaremos una breve observación de codorniz en vuelo, roquero rojo (bimbo para algunos integrantes de la excursión), abejero europeo en vuelo, y el deseado alcaudón dorsirrojo. Este pueblo es, al parecer, un buen sitio para observar agateador norteño, pero nosotros sólo vimos el común. Comimos en las hoces de Valdeteja, donde también se puede observar al treparriscos, pero es un lugar más grande y largo en longitud, dificultando cualquier observación. Pensábamos realizar otro paseo por las hoces, pero el tiempo se nos había echado encima y tuvimos que suspenderlo. Preferimos acabar el fin de semana con algo relajado, una visita a una cascada muy bonita llamada "Cola de Caballo". Buen punto y final a una excursión que nos dejó muy buen sabor de boca y que invita, sin duda, a volver a disfrutarlo.



Curruca zarcera



Acentor común



Escribano cerillo



Mirlo acuático



Río Curueño



Pico Faro (puerto de Vegarada)



Puente romano en Lugueros, y pico Bodón



Treparriscos







jueves, 2 de junio de 2011

ENCUENTRO CON EL DIABLO

Fue un encuentro emocionante. Breve pero emocionante. Era una especie que se me resistía desde hace unos años, contentándome sólo con escuchar su peculiar e hipnótico canto. Siempre le esperaba al borde de los caminos a que se posara encima de un pequeño matorral o una piedra, pero siempre me había dado esquinazo. Hasta ahora, que lo pude observar brevemente encima de una piedra (estampa típica) emitir ese canto único en la avifauna paleártica. Aunque el sol daba de frente y el animal estaba algo lejos, contemplé su silueta típica de largo pico curvo, estilizado cuerpo y gran tamaño en comparación con sus primas las alondras y terreras. Y es que las parameras que rodean el Parque Natural de las Hoces del Duratón son de las mejores zonas de España para observar o, al menos, intentar observar a la alondra ricotí (o de Dupont), que encuentra en esta zona su hábitat preferido. Estuvimos un buen rato desde que llegamos oyendo el canto del "diablo", nombre conque se conoce a esta ave en el extranjero. Y por fin la pudimos contemplar en un comportamiento habitual. Bajó poco después y desapareció entre la maleza. 



Alondra ricotí


Cuando ya apretaba el calor decidimos cambiar de aires y cambiar de ecosistema. El cambio fue radical. Atravesamos una carretera que nos llevó a una pequeña pared de roca, donde pudimos deleitarnos con las idas y venidas de ambos roqueros (solitario y rojo), curruca mirlona y escribanos montesino y hortelano. 



Roquero rojo (macho)



Roquero rojo (hembra)




En Burgomillodo hicimos un alto para comer y, además, añadir lavandera cascadeña, mosquitero papialbo, carbonero común y papamoscas gris a la lista, entre otras especies. Después nos movimos en vehículo siguiendo el río para intentar observar oropéndola y cuco, que se dejaban oír, y cumplimos la operación con éxito: ambas especies vistas en vuelo. Realizamos una pequeña caminata por la carretera que lleva al pueblo de Tabladillo, donde observamos zarcero común y escribano soteño, especies no vistas anteriormente.

Acabamos el día donde lo empezamos, en la paramera del Duratón dando una segunda oportunidad a la alondra ricotí, pero esta vez sólo la pudimos oír. La curruca tomillera, la bisbita campestre y el resto de aláudidos peninsulares (menos la terrera marismeña) sí se dejaban sentir y ver en todo su esplendor con sus variados cantos, cerrando así una jornada que se recordará por el breve pero emocionante encuentro con el "diablo".



Bisbita campestre