viernes, 29 de abril de 2011

ARRIBES DEL DUERO

Los pasados días 9 y 10 de abril visitamos el sector salmantino de Los Arribes del Duero, Parque Natural de singular geomorfología y paisaje de profundos valles fluviales encajonados sobre escarpadas paredes, donde se alberga una rica variedad botánica y faunística, destacando sus aves rupícolas, como pudimos comprobar durante el fin de semana.

La primera parada, después de recoger en Salamanca a dos miembros de SEO Salamanca que harían las veces de guías, la hicimos en el llamado mirador Picón de Felipe. En este lugar, tras un placentero paseo por camino empedrado, tuvimos oportunidad de observar no solo el espectacular paisaje, sino nuestras primeras aves del viaje: alimoche, buitre leonado, cigüeña negra, roquero solitario y golondrina dáurica, por citar algunas. Las vistas merecen de por sí una visita a la zona.



El río Duero desde Picón de Felipe


Ya por la tarde, iniciamos una ruta desde Masueco que nos llevaría, también tras agradable paseo, hasta el Pozo de los Humos, importante caída de agua proveniente del río Uces que se transforma en espuma debido a la violencia de la caída. Advertir que el tramo final de la ruta baja en fuerte pendiente, justo donde ya no se puede acceder con vehículo. Aun así, merece la pena el esfuerzo. Y fue aquí donde pudimos observar a la estrella del espacio natural: el águila perdicera. Sus evoluciones en el aire y su inigualable belleza dejaron postales únicas entre los asistentes.



Pozo de los Humos






Águila perdicera


El camino de vuelta al pueblo ofrece igualmente oportunidades para observar aves y deleitarse con los paisajes agrícolas y su diversidad floral. Bajo el concierto continuo de los ruiseñores comunes, pudimos ver y oír especies recién llegadas de África como el mosquitero ibérico o la curruca carrasqueña, y especies residentes como el triguero.

El domingo nos dirigimos a Mieza para visitar otro de los numerosos miradores que permiten escudriñar el Parque a vista de pájaro. En este caso la primera parada la hicimos en el mirador de La Code. En el camino de ida pudimos observar curruca cabecinegra y carrasqueña, cuco, alcaudón común y picogordo, entre otros. Ya en el mirador, aparte del abundante buitre leonado, pudimos ver el vuelo majestuoso de la perdicera y el alimoche. 

En el mirador de Las Janas, desde el pueblo de Saucelle, hay una buena panorámica de la penillanura salmantina. Abundante la curruca rabilarga en el camino de acceso. Allí apareció el buitre negro y un inusual buitre leonado albino. Destacar también la abundancia de mariposas, con diversas especies en plena actividad.



Macaón



Saltacercas




Antes de abandonar el Parque Natural con dirección a Madrid, realizamos una última parada en el Cachón del Camaces, otro salto de agua que bien merece una visita.




Tritón jaspeado



Golondrina común





martes, 12 de abril de 2011

MONFRAGÜE

De nuevo en marcha hacia un paraíso del que no me cansaré nunca: el Parque Nacional de Monfragüe. El pasado día 6 de abril pusimos rumbo al bosque mediterráneo por excelencia, hogar de multitud de especies, con el aliciente de poder observar las primeras estivales procedentes de tierras africanas. Así pues, a eso de las siete de la mañana de un día ventoso pero que auguraba calor, como así ocurrió, nos echamos a la carretera para disfrutar del máximo de tiempo posible en un lugar único. Accedimos al Parque por el norte, cogiendo la carretera de Bazagona, para llegar a la Portilla del Tiétar, posiblemente el mejor lugar para la observación de aves. Nos daban la bienvenida los abundantes buitres leonados que habitan las paredes, y los ya numerosos milanos negros.



Buitre leonado


Las currucas danzan a nuestro alrededor emitiendo sus peculiares cantos, y de vez en cuando se dejan ver los buitres negros y los alimoches. La estrella del Parque, el águila imperial ibérica, aparece sobre nuestras cabezas para nuestro deleite y, poco a poco, desciende hasta que se muestra bastante bien. Varias pasadas delante nuestra culminan el mejor momento del día. Nos acompañaría prácticamente hasta nuestra marcha a mediodía.



Águila imperial ibérica


Por unos instantes, nos olvidamos del otro morador de la pared: el búho real. Santi localizó el nido, con el pollo en su interior. Costó más de la cuenta dar con el adulto, que también se encontraba dentro. No se moverían de ahí en toda la jornada.



Búho real


Mientras observábamos a la familia búho, otros inquilinos de los roquedos hacían acto de presencia: escribano montesino, roquero solitario, golondrina dáurica, avión roquero, vencejo real, y un largo etcétera de especies que engrosaron la lista de aves. La parada aquí fue muy productiva, como la mayoría de las veces.

Avanzamos un poco más para saludar al otro habitante ilustre del Parque: la cigüeña negra, que se encontraba anidando otra vez donde acostumbraba antaño. Todo un lujo para la vista observar a esta hermosa zancuda.



Cigüeña negra


Nuestro plan era parar en los distintos miradores existentes en el espacio natural para disfrutar de los paisajes y, de paso, localizar nuevas especies u observar mejor todavía las que ya habíamos visto. De este modo, la siguiente parada fue en la Báscula para observar picogordos. Se vieron bien, aunque brevemente. Este lugar es muy bueno para ver buitre negro y culebrera europea.



Picogordo


Cruzamos la presa del Tiétar para una parada en la Tajadilla, donde no vimos nada destacable. Nos fuimos a Villarreal de San Carlos a comer, y de allí al Salto del Gitano, el lugar más visitado y emblema del Parque Nacional. Nada que no hubiéramos observado antes. Los buitres leonados y los milanos negros nos sobrevolaban hasta casi poder tocarlos con los dedos.



Peñafalcón




Milano negro


Tras esta pequeña decepción, hicimos una nueva parada en la Fuente del Francés, donde se impartieron improvisadas clases de identificación de anfibios y mariposas.



Cejirrubia



Penúltima parada en el Puente del Cardenal, donde había posibilidad de observar águila perdicera. Una pareja de aguilillas calzadas nos salieron al paso antes de que, sobre la bocina, otra pareja, esta vez de la ansiada perdicera, nos sobrevolara a gran altura.

Para despedir la jornada, nuevamente a la Portilla, donde el pollo de búho real, atónito ante lo que veía a su alrededor, y el majestuoso vuelo de la imperial nos deseaban un feliz viaje de regreso.



Pollo de búho real



Roquero solitario












lunes, 4 de abril de 2011

AVUTARDAS E IMPERIALES

Fueron las protagonistas de la excursión organizada por SEO/Birdlife y Spainbirds la pasada semana, en una cita donde un grupo reducido de entusiastas ornitólogos se encontraron para recorrer la zona noreste de Madrid en busca de esteparias, y el monte mediterráneo para las rapaces. Partimos de Plaza de Castilla en dirección a Valdetorres del Jarama.  Tras un rápido café en el pueblo, nos encaminamos hacia los llanos cercanos para aprovechar las primeras luces del cálido día que se avecinaba. A primera hora nos encontrábamos con nuestra óptica observando un nutrido grupo (unas 60) de avutardas. Cada sexo se localizaba en grupos separados, y los machos empezaban a realizar la conocida y espectacular rueda. 





Avutardas en cortejo


Después de un rato deleitándonos con este peculiar y único comportamiento, decidimos probar suerte en los campos anexos a Valdepiélagos, pues días atrás se observó por la zona un ejemplar de elanio azul. El ave no apareció, pero fue el recorrido de los mamíferos, pues nada más bajarnos del vehículo para prospectar la zona, un grupito de corzos salió a nuestro encuentro al otro lado de la carretera, y desaparecieron detrás de una loma. Al proseguir nuestro recorrido estudiando con atención el tendido eléctrico, un jabalí corría como alma que lleva el diablo a campo abierto hasta desaparecer en una vaguada. Volvimos a los llanos para adentrarnos más en esta ZEPA, desconocida para muchos. Probamos primero en unos cortados calizos donde años atrás crió el búho real. No lo observamos, pero el vuelo de un macho de aguilucho pálido y las evoluciones de una pareja de alcaravanes nos mantuvieron entretenidos un buen rato.



Alcaraván común


Nuestro siguiente punto sería el soto que recorre la ZEPA, para añadir especies a la lista. No defraudó la visita. Antes de la parada, un mochuelo común jugó con nosotros al escondite en una higuera seca. Llegamos al lugar y ya escuchamos el peculiar canto descendente del pájaro moscón. Tras unos minutos de espera, conseguimos verlo brevemente. Nos acercamos al arroyo, y nos sobrevuelan el buitre leonado y el negro. En unos árboles cercanos al agua observo el movimiento precavido de un pájaro que no logro identificar, pues estaba en sombra. Cuando vuela a una cercana rama, observo con sorpresa que se trata de un torcecuello, seguramente en paso. Otra ave nada fácil de ver.



Torcecuello


Antes de abandonar los llanos, decidimos pasear plácidamente por uno de los numerosos caminos rurales que existen en la zona. Como observación más destacada, un precioso esmerejón (hembra o joven) nos deleita con su peculiar vuelo rasante.

Con este buen sabor de boca, nos dirigimos de nuevo al pueblo para comprar comida. La pareja de cigüeñas blancas sigue criando en el campanario de la iglesia, y sus aleros se inundan de palomas domésticas y grajillas. 

Nos dirigimos al embalse del Vellón para comer y, aparte de anátidas (cuchara europeo, porrón europeo, cerceta común, ánade friso y real), cormorán grande y focha común, destacar un grupito de cuatro andarríos grandes. Nada más reseñable.

Llegaba la tarde, y con ella la ansiada visita al monte de El Pardo. Nuestro objetivo: observar águila imperial ibérica. Y vaya si lo conseguimos. Como sobraba algo de tiempo, nos encaminamos por caminos rurales hasta llegar al muro de El Pardo. Desde allí nos dirigimos a un mirador con una buena perspectiva de la línea de alta tensión que utilizan las rapaces de posadero. Al fondo, el cerro de la Marmota, donde terminaríamos la tarde. Decidimos bajar un poco por el camino que se pega al muro, y para nuestra sorpresa, allí, a la vuelta de la esquina, se encontraba una pareja de águilas imperiales posadas en una torreta. Una de ellas devora lo que parece ser un conejo. Embobados nos quedamos todos, y permanecimos en el sitio observando con detenimiento las evoluciones de la pareja de rapaces. El paso de un ciclista ahuyenta a una de ellas a otra torreta algo más lejana, mientras la otra permanece sin inmutarse. Teniendo la luz de frente (una pena), las fotos y los vídeos no salen como deberían, pero la sola observación de esta bella rapaz tan cerca (más o menos a unos 300 m) compensa esas malas sensaciones. Valgan como prueba de esta única e indescriptible observación aunque, como ya he dicho, la calidad sea pésima.








Águila imperial ibérica




No se podía finalizar de mejor manera. De camino a la última parada, observamos alcaudón común y collalba gris (las primeras de la temporada). Después de una breve visita al cerro de la Marmota, donde añadimos paloma zurita y roquero solitario, nos despedimos del monte mediterráneo hasta una próxima visita. Después de dejar a una persona en Colmenar Viejo, llegamos sin novedad a Madrid poco antes de las ocho de la tarde, con buen sabor de boca.

Desde aquí animo a Santi Villa, nuestro guía ese día y director de Spainbirds Nature, a que potencie este tipo de salidas, algo novedoso pero que funciona (y funcionará) como todos deseamos. Gracias a tod@s con los que compartí un maravilloso día de campo y pajareo. Y gracias a Santi por enseñarme cada día algo más, que no es poco.