lunes, 28 de enero de 2013

PORRÓN ACOLLARADO EN EL PARQUE REGIONAL DEL SURESTE

Durante este mes de enero han sido varias las citas de este divagante norteamericano en la Comunidad de Madrid. Hace dos fines de semana que tenía planeado acercarme y anotarlo en mi lista de aves, disfrutar de su observación y conocer el lugar, al que nunca había ido. El mal tiempo y un constipado me echaron para atrás. Pero este pasado domingo se presentó la oportunidad tras la llamada de mi amigo Eduardo González, que también le tenía ganas. Empezamos a caminar hacia la presa del Rey con un cielo encapotado y frío, con lo que la luz era muy mala. Pero la caminata se hizo muy agradable pues nos parábamos cada dos por tres a observar aves que, a pesar del día que hizo, nos deleitaron bastantes veces. Tanto en la ida como en la vuelta contemplamos bastante bicherío. Por poner algunos ejemplos, varios busardos ratoneros y milanos reales, aguilucho lagunero, avefría europea, collalba negra, grajillas, carbonero común, cogujada común, pinzón vulgar, verdecillo, herrerillo común, pardillo común, gorrión común, molinero y moruno, lavandera blanca y cascadeña, una buena colonia de cigüeña blanca, pico picapinos... y no sigo porque nos dan las uvas. Hasta un buen macho de jabalí se marcó un sprint en mitad de un campo para desaparecer a nuestra altura. A pesar de no disponer de todo el día, prospectamos los cortados de la Marañosa en busca del búho real y el halcón peregrino, con resultado negativo. Pero esa mañana el objetivo era otro. Nada menos que un porrón acollarado que, al parecer, suele repetir presencia en la zona durante los inviernos desde hace unos años. Llegamos a la presa y nos colocamos en la cola mirando a las compuertas. El paterío en el río era notable: cerceta común, ánade real y friso, además de focha común, garza real, andarríos chico... Y en la presa, más aun, con la presencia, además, de cuchara europeo, porrón europeo y moñudo. ¿Dónde estará nuestra protagonista? Los telescopios barrían el agua una y otra vez y, de repente, Edu dio la voz de alarma: "¡Ahí está, ahí está!" Sólo fue un segundo de observación, y yo la busqué con más ímpetu mientras Edu la describía: ¡Qué chichón tiene en la cabeza! ¡Es cómo si tuviera una cabeza encima de la otra!, exclamaba. La niebla empezaba a caer y pensaba que me iba sin verla. Otro barrido y... ¡localizada! Una bonita hembra interaccionaba con sus primos y se mostraba muy activa. Comentamos sus características a la vez que el ejemplar se alejaba de nosotros, por lo que decidimos tomar altura por un sendero cercano y observarla mejor. Y el objetivo estaba cumplido. Con el telescopio la vimos zambulléndose, alimentándose, acicalándose, descansando en el agua y en tierra, batiendo alas... Una gozada, así da gusto. A todo esto, la niebla había desaparecido pero empezaba a levantarse algo de aire. Así que, a mediodía, decidimos regresar tranquilamente dejando al ave en su zona. Mi primer bimbo del año (y espero que sean más). Gracias Edu por acordarte de mi y acompañarme a pesar de tus compromisos personales. La pregunta es... ¿para cuándo la siguiente?


                                    








Porrón acollarado Aythya collaris
(hembra adulta)


Gracias por seguir mi humilde blog.

jueves, 10 de enero de 2013

DESAPACIBLE MAÑANA EN EL CAMPILLO

Pues sí, mañana muy fea en comparación con los que tuvimos en días anteriores. La intensa niebla fue dejando paso a un cielo gris y un frío que se metía en los huesos. Pero nada de eso nos hizo cambiar de opinión a Mariajo y a mi, así que cogimos los bártulos y nos acercamos a la laguna de El Campillo, cerca de Rivas Vaciamadrid. Al llegar al lugar y ver que aquello no iba a mejor en demasía, nos colgamos sólo los prismáticos y cargué con el telescopio, dejando en la mochila la cámara de fotos. La numerosa presencia de cigüeñas blancas era una estampa ya habitual del lugar. A media mañana nos pusimos en marcha y al poco de empezar ya observamos de lo poco interesante aquella mañana: varios cucharas europeos (la anátida más abundante) y una pareja de porrón moñudo. No estaba mal para comenzar. En nuestro lento caminar, el inconfundible reclamo del ruiseñor bastardo nos acompañaba y amenizaba las observaciones de zampullín chico, gallinetas comunes y fochas comunes en el río, y el constante trasiego de los numerosos mosquiteros comunes. Tuvimos la suerte de observar dos especies de pícidos, un fugaz pito real y una hembra de pico picapinos en lo alto de un árbol seco. Otras especies típicas del invierno madrileño y que no faltaron a la cita fueron el cormorán grande y las gaviotas reidora y sombría. Llegados a la parte este de la laguna, el peculiar reclamo del calamón común salió de entre los carrizos que cubren esta tranquila zona del humedal. La cercanía de las paredes graníticas nos permitió examinarlas por si sonaba la flauta de que apareciera el búho real. Ni tan siquiera las chovas piquirrojas salieron a nuestro encuentro. Lo que sí observamos y nos acompañó durante el resto del camino fueron las idas y venidas frenéticas del carbonero común y el mito, éstos por decenas de ejemplares. Pudimos descubrir, al menos, dos nidos de pájaro moscón, con el deseo de que vuelvan a ser usados esta primavera. Cuando alcanzamos el aparcamiento, un buen bando de jilgueros llegaron a una zona de cardos para despedirnos, al igual que un lejano alcaudón real apostado en lo alto de un árbol.

En una mañana en la que no esperábamos observar prácticamente nada, resultó ser un agradable pero frío paseo con algunas observaciones interesantes. Y es que el vicio muchas veces se apodera de uno. Dedico esta entrada a Mariajo, que necesitaba una pequeña jornada de campo para desestresarse un poco. Gracias por ir conmigo, mi vida.

Y gracias a tod@s por seguir mi humilde blog.

miércoles, 9 de enero de 2013

CAMPO DE CALATRAVA Y TABLAS DE ALARCOS

No se puede uno imaginar que, a escasa distancia de una capital de provincia, se encuentren estos dos idílicos lugares para la observación de aves. Me las apunto en mi cuaderno de campo.

La comarca del Campo de Calatrava es la zona ideal para la observación de aves esteparias. En una zona agrícola y parcialmente habitada, uno no se puede imaginar el buen día que puede hacer buscando aves. Por su importante población de esteparias fue declarada IBA y ZEPA. La presencia de estas especies es relativamente abundante en invierno, de ahí que sean las mejores fechas para disfrutar del lugar. Conociendo excelentes precedentes, a primeros de enero, Eduardo, José, Luis y yo emprendimos el viaje para comprobar de primera mano lo que ya nos habían contado. Una vez en el lugar, marchamos por alguna de las numerosas pistas de tierra que hay, y ya pudimos comprobar lo que nos iba a deparar la mañana. Hasta tres mochuelos europeos nos observaban desde un lejano montículo de piedra. Los bisbitas pratenses y alondras comunes nos amenizaban la marcha con sus peculiares reclamos. Seguimos camino y, a lo lejos, ya vislumbramos un enorme grupo de sisones en vuelo, seguramente acompañado de gangas ibéricas. Tomando referencias de por dónde se movían, cogimos el primer camino que vimos y para allá que nos fuimos. Y a mitad de camino nos encontramos otro gran bando de sisones (unos 200) posados en una rastrojera. Pues allí que nos quedamos un buen rato deleitándonos con sus idas, venidas y sus vuelos en cuanto nos acercábamos, ojo, siempre desde el camino, pues se encontraban relativamente cerca de nuestra posición. Con los telescopios los disfrutamos plenamente. También encontramos alguna ganga ibérica, preciosa, por cierto. 



Sisones comunes Tetrax tetrax


Con buen sabor de boca iniciamos de nuevo la marcha. Unos metros más adelante, la cabeza de dos avutardas comunes nos anuncian que algún grupo de ellas anda cerca. Efectivamente, pero no tan cerca. Pero ronda la treintena de ejemplares. No está mal. Entre esteparias, algún busardo ratonero y aguilucho lagunero se cuelan en nuestra lista de aves. Pero lo bueno llega cuando alcanzamos un altillo en el camino y nos bajamos a otear los extensos campos, por otro lado, tranquilos y sin apenas movimiento de gente. Con el ruido del tráfico de fondo, llegan a nuestros oídos los distintivos reclamos de las dos gangas, totalmente opuestos el uno del otro. La ganga ibérica emite un sonido onomatopéyico, una especie de "gaaang-gaaang" audible a gran distancia. La ganga ortega, un burbujeo tipo "churr-churr-rur". Ambos reclamos emitidos en vuelo, que es cómo los oímos ese día. Fue una magnífica clase práctica, sí señor.



Ganga ibérica Pterocles alchata



Ganga ortega Pterocles orientalis


Volvimos a divisar al enorme grupo que descubrimos al principio, y esta vez sí vimos mejor a los sisones y las gangas ibéricas que las acompañaban. Curiosamente, existe interacción entre las dos especies de gangas, pero no entre los sisones y las ortegas. Sí que es curioso, sí... Vimos el continuo movimiento en vuelo y también posándose, pero nos fue imposible determinar el lugar exacto. Y recorrimos prácticamente toda el área. 



Cogujada común Galerida cristata


Tras parar en Poblete para comer y tomar un café, nos dirigimos sin solución de continuidad hacia las Tablas de Alarcos, el otro lugar del que nos habían hablado maravillas. He de comentar que toda la información que hay en internet acerca del lugar se refiere al excelente complejo arqueológico que existe, pero en cuanto a la ornitología las únicas referencias que conozco son de personas que ya han estado allí. Situado al oeste de Ciudad Real, forman una pequeña extensión de agua y representan un lugar ideal para la observación de aves. Nos dieron la bienvenida al lugar varios mochuelos europeos, algún colirrojo tizón y un bandido de avefrías europeas (observadas con detenimiento, por si acaso jeje). Y allí se presentaba ante nosotros esta pequeña zona húmeda que, sin embargo, estaba repleto de vida. Aun así, quizás fuera por la hora a la que llegamos, nos sentimos un tanto decepcionados porque esperábamos ver más aves en las charcas y alrededores. Este sitio merecerá un día entero de exploración. Las fochas comunes y gallinetas comunes abundaban, al igual que los ánades reales y frisos, alguna agachadiza común en la orilla y cormoranes grandes posados en los lejanos árboles secos. Pero lo que de verdad caracteriza a este lugar es la enorme presencia de aguilucho lagunero, llegando a contar hasta 45 ejemplares por la zona además de, como bien decía Edu, los que ya tenían que estar tumbados entre el carrizo. Vimos con nuestros propios ojos que las cifras que nos dijeron no eran exageradas. Y eso que llegamos casi a última hora de la tarde... Diré también que cada zona merecería un día completo de disfrute y observación. Supongo que algunos estarán de acuerdo conmigo, y ahí lo dejo.

Gracias por seguir mi blog.