viernes, 28 de enero de 2011

EL GATO MANCHADO (I)



El Parque Natural de Andújar, declarado como tal en 1989, presenta un paisaje adehesado, con suaves lomas y laderas umbrías donde el ganado de lidia campa a sus anchas en las numerosas fincas existentes, y donde las formaciones graníticas emergentes entre la abundante vegetación dan una curiosa visión del último bastión del lince ibérico en el mundo.

Sus carreteras estrechas se convierten en auténticas arterias por donde acceder a prácticamente todos los rincones de la sierra. Virgen de la Cabeza, y su santuario, se convierte en el único núcleo de población dentro del Parque, convirtiéndose así en el corazón del espacio protegido.

Podemos encontrar gran variedad botánica, pues existen gran variedad de ecosistemas que hacen del lugar un paraíso para los amantes de la flora. Sus dehesas, pinares, zonas arbustivas y bosques de ribera dan una idea de los variados hábitats existentes.

Eso conlleva, sin duda, a que se convierta en un lugar privilegiado para la fauna. De hecho, el Parque Natural está declarado también como Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA). Efectivamente, el Parque se convierte en un santuario para especies amenazadas como el buitre negro y el águila imperial ibérica, como tuvimos la suerte de disfrutar. Hasta cuatro individuos de águila imperial amenizaron el mediodía con sus vuelos de cortejo, picados y reclamos: un damero, un pajizo y una pareja adulta nos sobrevolaron junto a una solitaria águila real, una pareja de buitre negro y varios buitres leonados. Todo esto en un corto intervalo de tiempo.



Águila imperial ibérica



En el embalse del Encinarejo disfrutamos de nuevo con la pericia aérea de un adulto de águila imperial, y con las excelencias natatorias de la nutria, otro habitante habitual de estos parajes.



Embalse del Encinarejo



Embalse del Jándula




Cabra montés



Cormoranes grandes


La población cinegética en el Parque Natural es también notable, con abundancia de conejo, jabalí, ciervo, gamo y muflón, estos dos últimos introducidos para la caza.

Pero el verdadero protagonista del Parque Natural es el gato manchado, al que habíamos venido a ver...


lunes, 10 de enero de 2011

REGALOS DE REYES

Pues sí, pasamos la primera noche en el Parque Natural de Santoña, Victoria y Joyel cuando los reyes se paseaban por las calles de toda España y se colaban en las casas para alegrar el sueño de los niños. Y, la verdad sea dicha, tuvimos regalos de reyes todos los días. A pesar del viento, fortísimo en algunas ocasiones, y la mala luz, la lluvia nos respetó y pudimos estar en el campo apurando hasta los últimos rayos del sol que luchaba por abrirse camino entre las grises nubes.

Llegamos a Escalante, donde nos alojamos, después de comer, y dedicamos la tarde a explorar las marismas que se encuentran al otro lado de la carretera que cruza el pueblo. Un mirador, de reciente construcción, permite observar las marismas y sus habitantes con comodidad, y también un rehabilitado molino (la Cerroja) como lugar para la observación ornitológica. Las anátidas fueron las estrellas de la tarde, los silbones europeos, los ánades rabudos, las cercetas comunes y los ánades frisos se dejaban ver con relativa facilidad. Los correlimos comunes patrullaban las charcas de un lado a otro, mientras las agujas colipintas, chorlitos grises y dorados europeos, y chorlitejos grandes descansaban en sus orillas. Miles de avefrías europeas cubrían el cielo, y otros miles se apostaban en sus isletas para descansar y alimentarse. También salieron al paso nuestros primeros zarapitos reales y cormoranes grandes, entre otros muchas especies. No se podía empezar mejor.

El día 6, cuando los niños disfrutaban de sus juguetes, nosotros también disfrutábamos de las aves en las marismas anexas a Escalante, añadiendo a la lista archibebe oscuro y claro. Acto seguido, aprovechando que había un poco más de luz, hicimos una visita al pólder de Escalante, donde observamos al ánsar piquicorto mezclado con ánsares comunes, y a la solitaria barnacla cariblanca. Localizamos en una pequeña lengua de tierra varios ejemplares de ostrero euroasiático, y las primeras gaviotas cabecinegras. Un halcón peregrino picaba sobre una gran rapaz que no logré identificar.

Nuestra siguiente parada fue en Montehano, uno de los mejores lugares de Santoña para la observación de aves. Vimos algunas especies ya habituales en este lugar: garceta grande, zampullín cuellinegro, aguja colinegra y algunas espátulas. También destacaba un ibis sagrado que se ha hecho habitual en los últimos inviernos. Curiosamente, no observamos especies comunes en el canal de Ano como el negrón común, el zampullín cuellirrojo o el colimbo grande. Ni rastro. 



Garceta grande



Ibis sagrado


Otro sitio emblemático del Parque es el observatorio de La Arenilla, situado poco antes de entrar en Santoña. Aquí pudimos apreciar las diferencias existentes entre los zarapitos real y trinador. Además, un solitario vuelvepiedras. 



Zarapito trinador



Zarapito real


Un asomo al puerto de Santoña, donde la plaza de toros, y al canal de San Martín, hizo realidad nuestros peores presagios: ni un colimbo que llevarse al zurrón. Raro, raro, raro... Por lo menos vimos cormorán moñudo.



Cormorán moñudo



Nos fuimos a comer a las marismas de Bengoa, donde observamos porrón europeo y moñudo, archibebe común, garza real y un grupito de gaviotas reidoras y cabecinegras. 



Porrón moñudo



Gaviotas reidoras y cabecinegras


La nota exótica la pusieron dos cisnes vulgares que se acercaron buscando, supongo, que les echáramos de comer. Son parte de un grupo que se reprodujo en Santoña y que se han aquerenciado al lugar.



Cisne vulgar



En las cercanas charcas del Dueso, además de anátidas, un zorzal alirrojo posado en lo alto de un árbol, bastante lejos de nuestro punto de observación.

Última parada en Cicero para, con la oscuridad cayendo sobre nosotros, observar un lejano colimbo grande.

Para el día 7, nuestra intención era visitar las marismas de Astillero, pues había buenas referencias a la hora de observar aves allí. Primero estuvimos en la Marisma Negra, la más cercana al barrio, donde sólo destacamos anátidas y el ir y venir de numerosas lavanderas blancas. A la Marisma Blanca, con más nombre que su prima, se accede por una pasarela habilitada para cruzar por debajo de la autopista y las vías del FEVE (la sensación de estar abajo cuando pasa el tren es horrible). Unas charcas rodeadas de vegetación y con más bullicio. Más anátidas (porrón europeo, porrón moñudo, cuchara europeo, ánade real), focha común, cormorán grande y otros cuatro cisnes vulgares. 



Porrón europeo


Nuestro siguiente objetivo era observar al águila pescadora en la ría de Cubas, y para allá que nos fuimos. Conseguimos ver dos ejemplares, unos de ellos con un pez recién capturado que se merendó posado en un lejano tronco. Quería hacer alguna foto, a pesar de la lejanía, pero el fuerte viento me hizo desistir. Otra vez observamos cisne vulgar, pero me sorprendió la cifra presente en la zona: ¡¡¡hasta 17 ejemplares!!! Como una plaga...

Con el objetivo cumplido nos acercamos al cabo de Ajo para deleitarnos con el paisaje. Además, añadimos alcatraz atlántico a la lista. 

Nuestro último día de pajareo la dedicamos, principalmente, a visitar de nuevo las zonas emblemáticas del Parque. Empezamos, como no, en el pólder de Escalante, donde observamos la técnica de caza del halcón peregrino, que dio buena cuenta de un desafortunado correlimos común. Espectacular. 

De nuevo en Montehano, lo único reseñable fue la observación de un martín pescador. Seguía sin haber rastro de los habituales.

Decidimos acercarnos al fuerte de San Martín, a ver si en mar abierto lográbamos ver algo interesante. Nada, de nuevo. Tampoco en Laredo, donde el fuerte viento nos echó de allí. 

Nueva visita a Bengoa y alrededores. Nada nuevo que reseñar.



Garceta común




Ánade rabudo



Cerceta común


Intentaríamos observar bisbita de Richard en cabo Quejo, y como nos pillaba de paso Escalante, echamos un último vistazo al pólder para volver a ver al ánsar piquicorto y a la barnacla cariblanca. Allí seguían, entre ánsares comunes.



Barnacla cariblanca



Ánsar piquicorto


Paso por la marisma del Joyel, donde había infinidad de focha común y, para variar, una pareja de cisne vulgar.

En cabo Quejo no aparecieron los bisbitas de Richard, pero nos deleitamos con el paisaje.

El domingo salimos temprano de Escalante para Madrid, con ganas ya de volver.












domingo, 2 de enero de 2011

INVERNANTES INTERESANTES PARA DESPEDIR EL AÑO

Decidimos Mariajo y yo volver a orillas del Mediterráneo para comer las uvas y comenzar un nuevo año que esté a la altura o más de este que ya es historia. Montamos nuestra base de operaciones en San Pedro del Pinatar, y nuestro principal objetivo era visitar a Tönn y compañía en el cercano Parque Natural del Hondo. Así pues, el último día del año 2010 emprendimos viaje hacia el lugar con la esperanza puesta en su observación. Como no conocíamos la zona (habíamos estado en 2007, pero de paso), decidimos empezar nuestras pesquisas en el Centro de Interpretación del parque, cerca de San Felipe Neri. El centro, como esperábamos, estaba cerrado, así que nos instalamos en el merendero semicubierto que hay al lado, y que da a una pequeña laguna. A lo lejos veíamos eucaliptos, y echamos rápidamente un vistazo para ver si estaba por allí. Nada de nada. El cielo se estaba cubriendo peligrosamente mientras observábamos zampullín chico y agachadiza común en la pequeña charca. Los mosquiteros comunes eran muy abundantes, y algún alcaudón real se dejaba ver posado en alguna valla. Yo tuve la suerte de ver pechiazul y torcecuellos. En el cielo, cruzaban cada dos por tres aguiluchos laguneros y cormoranes grandes, mientras una hembra de aguilucho pálido se posaba en una lejana estaca para sacudirse el agua que ya empezaba a caer. Mientras esperábamos que escampara, una confiada hembra de cernícalo vulgar se posaba en la barandilla de la pasarela de acceso a las lagunas interiores.



Cernícalo vulgar (hembra)


Corrimos al coche para no mojarnos y pusimos rumbo a la puerta norte, que distaba unos tres kilómetros del Centro. Nada más pasar un puente que se eleva sobre un canal parte una pista de tierra que acaba en una puerta metálica. Varios eucaliptos en la entrada daban la posibilidad de verla pero, de nuevo, resultado negativo. 

La última opción era dirigirse a la puerta sur, donde también había posibilidades de observarla. Nos dirigimos hacia el lugar, no sin problemas (por la señalización vial), y llegamos al canal del Riatxo. Allí caminamos un rato hasta llegar a otra puerta metálica. Se podía seguir a pie, pero desisitimos, y decidimos comer allí. Vimos multitud de gallinetas comunes, un calamón común y un martín pescador cruzando el canal.

En el cruce con la carretera, en una hilera de eucaliptos, observamos un aguililla calzada en plumaje claro descansar plácidamente. Saqué los trastos, con la esperanza de que no echara a volar según llegara a una distancia prudente. Tan confiada era que, a veces, no entraba en el encuadre del telescopio, y me tenía que retirar un poco. Suena increible, pero sucedió así.



Aguililla calzada


Por supuesto, la sesión fotográfica duró un buen rato. Pensé que la rapaz estaba así de tranquila con mi presencia porque andaba más pendiente del acoso de un gran bando de grajillas, que se posaban en grupos numerosos en los árboles contiguos, y no la dejaban en paz. Llegó un momento en que los córvidos se posaron encima de ella, lanzándola excrementos y haciendo picados e, irremediablemente, provocó que la rapaz se fuera volando y se perdiera de vista. Intentaba seguirla con los prismáticos pero, entre tanta grajilla, era imposible.



Aguililla calzada


Con el buen sabor de boca que da una buena observación, alcanzamos la llamada puerta sur, donde realizaríamos una espera para observar al águila moteada. Nos encontramos con un hombre que sí tenía autorización para entrar (tenía llave del candado). Nos comentó que esa zona era la mejor para verla pero, aún así, era difícil dar con ellas. Sí, digo ellas, porque se han llegado a observar tres águilas distintas en la zona. Cuando la luz ya no era favorable, decidimos marcharnos sin haber podido verla.

En año nuevo pensamos que una buena manera de empezarlo era intentándolo otra vez. Rumbo a El Hondo, directos a la puerta sur. En los aledaños campos de Vistabella, al sur del Parque, un grupito de grullas nos amenizaba la espera. Las alondras comunes, verderones comunes y lavanderas blancas eran abundantísimas. Un juvenil de halcón peregrino se mostraba posado en un lejano árbol desnudo de hojas.

En una ocasión en que volví la cabeza para coger el telescopio, observé algo oscuro y grande en la copa de un eucalipto. "Pero si es la moteada", grité para mi. Acto seguido llamé a Mariajo, que cruzó la carretera para llegar a mi altura y observarla también. Hice una foto algo lejana, y cuando iba a hacerla con más aumentos, apareció el hombre del día anterior con el vehículo venir hacia nosotros. "Joder, me tengo que quitar de aquí", pensé. El águila moteada levantó el vuelo al paso del coche y planeó lentamente hasta los campos de Vistabella, hasta que la perdimos de vista. No era Tönn (no vimos radiotransmisor) ni el supuesto ejemplar anillado. Era un bello subadulto que nos hizo pasar un verdadero momentazo. ¿Se podía empezar mejor el 2011?



Águila moteada


Al rato la volvimos a ver en dirección contraria, pero no apareció. Se nos unió un chico (Arturo), que había estado grabando a primera hora a las grullas, para intentar ver a la rapaz venida de Centroeuropa. Con él conversamos y hablamos de diversos temas mientras aguardábamos la llegada de Tönn o compañía. No hubo éxito.

Para la hora de comer ya estábamos en San Pedro del Pinatar, y la tarde la dedicamos para relajarnos observando aves en sus salinas. Los flamencos y los tarros blancos nunca fallan. Movimiento de avoceta y cigüeñuela, y algunos limícolas. Un asomo a la playa de la Torre Derribada nos permitió ver alcatraz atlántico, chorlitejo grande y un posible chorlito gris.

NOTA: según desvela Ricard Gutiérrez, se trata de un subadulto de tercer año bautizado con el nombre de "Not Tönn".