lunes, 10 de enero de 2011

REGALOS DE REYES

Pues sí, pasamos la primera noche en el Parque Natural de Santoña, Victoria y Joyel cuando los reyes se paseaban por las calles de toda España y se colaban en las casas para alegrar el sueño de los niños. Y, la verdad sea dicha, tuvimos regalos de reyes todos los días. A pesar del viento, fortísimo en algunas ocasiones, y la mala luz, la lluvia nos respetó y pudimos estar en el campo apurando hasta los últimos rayos del sol que luchaba por abrirse camino entre las grises nubes.

Llegamos a Escalante, donde nos alojamos, después de comer, y dedicamos la tarde a explorar las marismas que se encuentran al otro lado de la carretera que cruza el pueblo. Un mirador, de reciente construcción, permite observar las marismas y sus habitantes con comodidad, y también un rehabilitado molino (la Cerroja) como lugar para la observación ornitológica. Las anátidas fueron las estrellas de la tarde, los silbones europeos, los ánades rabudos, las cercetas comunes y los ánades frisos se dejaban ver con relativa facilidad. Los correlimos comunes patrullaban las charcas de un lado a otro, mientras las agujas colipintas, chorlitos grises y dorados europeos, y chorlitejos grandes descansaban en sus orillas. Miles de avefrías europeas cubrían el cielo, y otros miles se apostaban en sus isletas para descansar y alimentarse. También salieron al paso nuestros primeros zarapitos reales y cormoranes grandes, entre otros muchas especies. No se podía empezar mejor.

El día 6, cuando los niños disfrutaban de sus juguetes, nosotros también disfrutábamos de las aves en las marismas anexas a Escalante, añadiendo a la lista archibebe oscuro y claro. Acto seguido, aprovechando que había un poco más de luz, hicimos una visita al pólder de Escalante, donde observamos al ánsar piquicorto mezclado con ánsares comunes, y a la solitaria barnacla cariblanca. Localizamos en una pequeña lengua de tierra varios ejemplares de ostrero euroasiático, y las primeras gaviotas cabecinegras. Un halcón peregrino picaba sobre una gran rapaz que no logré identificar.

Nuestra siguiente parada fue en Montehano, uno de los mejores lugares de Santoña para la observación de aves. Vimos algunas especies ya habituales en este lugar: garceta grande, zampullín cuellinegro, aguja colinegra y algunas espátulas. También destacaba un ibis sagrado que se ha hecho habitual en los últimos inviernos. Curiosamente, no observamos especies comunes en el canal de Ano como el negrón común, el zampullín cuellirrojo o el colimbo grande. Ni rastro. 



Garceta grande



Ibis sagrado


Otro sitio emblemático del Parque es el observatorio de La Arenilla, situado poco antes de entrar en Santoña. Aquí pudimos apreciar las diferencias existentes entre los zarapitos real y trinador. Además, un solitario vuelvepiedras. 



Zarapito trinador



Zarapito real


Un asomo al puerto de Santoña, donde la plaza de toros, y al canal de San Martín, hizo realidad nuestros peores presagios: ni un colimbo que llevarse al zurrón. Raro, raro, raro... Por lo menos vimos cormorán moñudo.



Cormorán moñudo



Nos fuimos a comer a las marismas de Bengoa, donde observamos porrón europeo y moñudo, archibebe común, garza real y un grupito de gaviotas reidoras y cabecinegras. 



Porrón moñudo



Gaviotas reidoras y cabecinegras


La nota exótica la pusieron dos cisnes vulgares que se acercaron buscando, supongo, que les echáramos de comer. Son parte de un grupo que se reprodujo en Santoña y que se han aquerenciado al lugar.



Cisne vulgar



En las cercanas charcas del Dueso, además de anátidas, un zorzal alirrojo posado en lo alto de un árbol, bastante lejos de nuestro punto de observación.

Última parada en Cicero para, con la oscuridad cayendo sobre nosotros, observar un lejano colimbo grande.

Para el día 7, nuestra intención era visitar las marismas de Astillero, pues había buenas referencias a la hora de observar aves allí. Primero estuvimos en la Marisma Negra, la más cercana al barrio, donde sólo destacamos anátidas y el ir y venir de numerosas lavanderas blancas. A la Marisma Blanca, con más nombre que su prima, se accede por una pasarela habilitada para cruzar por debajo de la autopista y las vías del FEVE (la sensación de estar abajo cuando pasa el tren es horrible). Unas charcas rodeadas de vegetación y con más bullicio. Más anátidas (porrón europeo, porrón moñudo, cuchara europeo, ánade real), focha común, cormorán grande y otros cuatro cisnes vulgares. 



Porrón europeo


Nuestro siguiente objetivo era observar al águila pescadora en la ría de Cubas, y para allá que nos fuimos. Conseguimos ver dos ejemplares, unos de ellos con un pez recién capturado que se merendó posado en un lejano tronco. Quería hacer alguna foto, a pesar de la lejanía, pero el fuerte viento me hizo desistir. Otra vez observamos cisne vulgar, pero me sorprendió la cifra presente en la zona: ¡¡¡hasta 17 ejemplares!!! Como una plaga...

Con el objetivo cumplido nos acercamos al cabo de Ajo para deleitarnos con el paisaje. Además, añadimos alcatraz atlántico a la lista. 

Nuestro último día de pajareo la dedicamos, principalmente, a visitar de nuevo las zonas emblemáticas del Parque. Empezamos, como no, en el pólder de Escalante, donde observamos la técnica de caza del halcón peregrino, que dio buena cuenta de un desafortunado correlimos común. Espectacular. 

De nuevo en Montehano, lo único reseñable fue la observación de un martín pescador. Seguía sin haber rastro de los habituales.

Decidimos acercarnos al fuerte de San Martín, a ver si en mar abierto lográbamos ver algo interesante. Nada, de nuevo. Tampoco en Laredo, donde el fuerte viento nos echó de allí. 

Nueva visita a Bengoa y alrededores. Nada nuevo que reseñar.



Garceta común




Ánade rabudo



Cerceta común


Intentaríamos observar bisbita de Richard en cabo Quejo, y como nos pillaba de paso Escalante, echamos un último vistazo al pólder para volver a ver al ánsar piquicorto y a la barnacla cariblanca. Allí seguían, entre ánsares comunes.



Barnacla cariblanca



Ánsar piquicorto


Paso por la marisma del Joyel, donde había infinidad de focha común y, para variar, una pareja de cisne vulgar.

En cabo Quejo no aparecieron los bisbitas de Richard, pero nos deleitamos con el paisaje.

El domingo salimos temprano de Escalante para Madrid, con ganas ya de volver.












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