lunes, 4 de abril de 2011

AVUTARDAS E IMPERIALES

Fueron las protagonistas de la excursión organizada por SEO/Birdlife y Spainbirds la pasada semana, en una cita donde un grupo reducido de entusiastas ornitólogos se encontraron para recorrer la zona noreste de Madrid en busca de esteparias, y el monte mediterráneo para las rapaces. Partimos de Plaza de Castilla en dirección a Valdetorres del Jarama.  Tras un rápido café en el pueblo, nos encaminamos hacia los llanos cercanos para aprovechar las primeras luces del cálido día que se avecinaba. A primera hora nos encontrábamos con nuestra óptica observando un nutrido grupo (unas 60) de avutardas. Cada sexo se localizaba en grupos separados, y los machos empezaban a realizar la conocida y espectacular rueda. 





Avutardas en cortejo


Después de un rato deleitándonos con este peculiar y único comportamiento, decidimos probar suerte en los campos anexos a Valdepiélagos, pues días atrás se observó por la zona un ejemplar de elanio azul. El ave no apareció, pero fue el recorrido de los mamíferos, pues nada más bajarnos del vehículo para prospectar la zona, un grupito de corzos salió a nuestro encuentro al otro lado de la carretera, y desaparecieron detrás de una loma. Al proseguir nuestro recorrido estudiando con atención el tendido eléctrico, un jabalí corría como alma que lleva el diablo a campo abierto hasta desaparecer en una vaguada. Volvimos a los llanos para adentrarnos más en esta ZEPA, desconocida para muchos. Probamos primero en unos cortados calizos donde años atrás crió el búho real. No lo observamos, pero el vuelo de un macho de aguilucho pálido y las evoluciones de una pareja de alcaravanes nos mantuvieron entretenidos un buen rato.



Alcaraván común


Nuestro siguiente punto sería el soto que recorre la ZEPA, para añadir especies a la lista. No defraudó la visita. Antes de la parada, un mochuelo común jugó con nosotros al escondite en una higuera seca. Llegamos al lugar y ya escuchamos el peculiar canto descendente del pájaro moscón. Tras unos minutos de espera, conseguimos verlo brevemente. Nos acercamos al arroyo, y nos sobrevuelan el buitre leonado y el negro. En unos árboles cercanos al agua observo el movimiento precavido de un pájaro que no logro identificar, pues estaba en sombra. Cuando vuela a una cercana rama, observo con sorpresa que se trata de un torcecuello, seguramente en paso. Otra ave nada fácil de ver.



Torcecuello


Antes de abandonar los llanos, decidimos pasear plácidamente por uno de los numerosos caminos rurales que existen en la zona. Como observación más destacada, un precioso esmerejón (hembra o joven) nos deleita con su peculiar vuelo rasante.

Con este buen sabor de boca, nos dirigimos de nuevo al pueblo para comprar comida. La pareja de cigüeñas blancas sigue criando en el campanario de la iglesia, y sus aleros se inundan de palomas domésticas y grajillas. 

Nos dirigimos al embalse del Vellón para comer y, aparte de anátidas (cuchara europeo, porrón europeo, cerceta común, ánade friso y real), cormorán grande y focha común, destacar un grupito de cuatro andarríos grandes. Nada más reseñable.

Llegaba la tarde, y con ella la ansiada visita al monte de El Pardo. Nuestro objetivo: observar águila imperial ibérica. Y vaya si lo conseguimos. Como sobraba algo de tiempo, nos encaminamos por caminos rurales hasta llegar al muro de El Pardo. Desde allí nos dirigimos a un mirador con una buena perspectiva de la línea de alta tensión que utilizan las rapaces de posadero. Al fondo, el cerro de la Marmota, donde terminaríamos la tarde. Decidimos bajar un poco por el camino que se pega al muro, y para nuestra sorpresa, allí, a la vuelta de la esquina, se encontraba una pareja de águilas imperiales posadas en una torreta. Una de ellas devora lo que parece ser un conejo. Embobados nos quedamos todos, y permanecimos en el sitio observando con detenimiento las evoluciones de la pareja de rapaces. El paso de un ciclista ahuyenta a una de ellas a otra torreta algo más lejana, mientras la otra permanece sin inmutarse. Teniendo la luz de frente (una pena), las fotos y los vídeos no salen como deberían, pero la sola observación de esta bella rapaz tan cerca (más o menos a unos 300 m) compensa esas malas sensaciones. Valgan como prueba de esta única e indescriptible observación aunque, como ya he dicho, la calidad sea pésima.








Águila imperial ibérica




No se podía finalizar de mejor manera. De camino a la última parada, observamos alcaudón común y collalba gris (las primeras de la temporada). Después de una breve visita al cerro de la Marmota, donde añadimos paloma zurita y roquero solitario, nos despedimos del monte mediterráneo hasta una próxima visita. Después de dejar a una persona en Colmenar Viejo, llegamos sin novedad a Madrid poco antes de las ocho de la tarde, con buen sabor de boca.

Desde aquí animo a Santi Villa, nuestro guía ese día y director de Spainbirds Nature, a que potencie este tipo de salidas, algo novedoso pero que funciona (y funcionará) como todos deseamos. Gracias a tod@s con los que compartí un maravilloso día de campo y pajareo. Y gracias a Santi por enseñarme cada día algo más, que no es poco.




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