lunes, 21 de febrero de 2011

LAGUNAS MANCHEGAS


Laguna del Pueblo, Pedro Muñoz


Establecimos nuestra base de operaciones en Pedro Muñoz, con la cercana laguna como telón de fondo. Me gusta el lugar, tranquilo y con buenas observaciones de aves. Eso fue lo que hicimos la primera tarde, un agradable paseo bordeando la mancha de agua para apuntar las primeras aves de la visita. Sigue siendo un dormidero de aguilucho lagunero occidental, algunas anátidas (porrón europeo, ánade friso y las siempre hermosas malvasías cabeciblancas, de las que contabilizamos hasta 16 ejemplares) entre otras especies.

El día siguiente decidimos visitar las lagunas de Alcázar de San Juan, en concreto la de La Veguilla. Y había vida rebosando por todas partes. A pesar del frío, intenso a veces, la lámina de agua ofrecía estampas difíciles de describir con palabras: focha común (a cientos), multitud de anátidas (cerceta común y pato colorado, entre otras), flamenco común (ni rastro del enano) y bastante aguilucho lagunero con sus piruetas de cortejo ya en marcha. Dos calamones se alimentaban en una zona de aguas tranquilas junto a infinidad de gallinetas comunes. 



Aguilucho lagunero occidental



Calamón común



Al día siguiente me levanté un poco débil, no me encontraba bien, pero saqué fuerzas de flaqueza y nos fuimos a las Tablas de Daimiel. También rebosaban agua, daba gusto verlas así. Nos acercamos al molino de Molemocho a intentar observar las cercetas pardillas que se observaron a principios de año. Las localizamos (contamos 20) y nos deleitamos con ellas. 





Cerceta pardilla



Visitamos la charca de aclimatación, pues no tenía fuerzas para realizar ninguna de las rutas del Parque. Casi todas las anátidas peninsulares se encontraban allí, incluida alguna rareza como el porrón bastardo o el pardo.



Porrón bastardo (macho)




Porrón pardo (macho)


A última hora decidimos volver a Pedro Muñoz, y para nuestra sorpresa, había nevado copiosamente esa misma tarde. Un plato de sopa caliente me ayudó a meterme en la cama antes de hora, las fuerzas ya me habían abandonado.

A la mañana siguiente, algo mejor, recogimos los bultos y volvimos a Madrid, con la idea de volver a visitarlas ya entrada la primavera.

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