jueves, 24 de febrero de 2011

DONDE EMPEZARON NUESTROS SUEÑOS




Así, a botepronto, os preguntaréis a qué viene el título. Si añado que resumiré nuestra excursión por el Barranco del río Dulce, es posible que a la mayoría siga sin sonaros nada de nada. La magnífica excavación que el río crea, formando un profundo barranco de espectaculares paisajes, ya es una excusa para acercarse a este enclave. Allá por donde terminan de asomarse las extensas parameras que la circundan, las largas y profundas hileras de chopos escoltan al río en su caminar por tierras de Guadalajara. Y es aquí donde empezaron a enseñarnos la naturaleza en toda su esencia. Aquí se rodó buena parte de las escenas de la mítica serie "El hombre y la tierra", de Félix Rodríguez de la Fuente. En la imagen de la cabecera se aprecia el lugar donde el equipo asentó el campamento que serviría de base para instalarse.

Empezamos observando esta magnífica estampa desde el mirador "Félix Rodríguez de la Fuente", situada en la carretera GU-118. Ahí ya observamos los primeros buitres leonados y chovas piquirrojas.



Mirador "Félix Rodríguez de la Fuente"



Proseguimos viaje hasta llegar a Pelegrina. No se puede acceder al pueblo en vehículo, por lo que bajamos del autobús a la entrada e iniciamos la ruta. Tras superar una bajada, empezamos a caminar por una pista en buen estado y prácticamente llano, paralelo siempre al río, siempre por el margen izquierdo. En estos primeros kilómetros ya pudimos deleitarnos con el majestuoso vuelo del halcón peregrino, así como infinidad de paseriformes forestales (trepador azul, agateador común, mito, herrerillo común, curruca capirotada, etc.).



Pelegrina


Cuando llevamos aproximadamente 1,5 kilómetros de caminata, nos encontramos con una caseta reconstruida, que resulta ser el lugar donde Félix guardaba los equipos y material de rodaje. Seguimos paseando hasta llegar a un lugar entre vegetación y cristalinas aguas donde ya no es posible seguir. Aquí hay dos opciones: cruzar el río y volver por un camino paralelo o dar media vuelta. Cuando el río está crecido o las piedras que hay a modo de pasarela no están lo suficientemente asentadas en el suelo, habrá que optar por la segunda opción. A la vuelta, observé un lejano roquero solitario en lo alto de una peña. No creía posible abandonar el paraje sin haber observado siquiera uno de éstos. Más adelante, también en lo alto de un peñasco, un halcón peregrino vigilaba su territorio con inerte postura. Majestuoso. 



Río Dulce


Por la tarde nos dirigimos a La Cabrera, pequeño pueblo donde tampoco se puede acceder en vehículo (hay un parking señalizado a la entrada). El autobús nos dejó en el cruce de arriba y, mientras bajábamos, observamos a una pareja de corzos mirarnos sorprendidos para después iniciar un trote que les hizo desaparecer entre la espesura vegetal. Justo al lado del puente de piedra (pero sin cruzarlo) empieza a mano derecha una ruta que prosigue paralelo al río, en un ambiente tranquilo y relajado. Llegados a una pequeña zona abierta, algunos optamos por la vuelta, pensando en la subida hasta el cruce y el tiempo que nos llevaría hacerla. Los pico picapinos hicieron las delicias de los presentes en los secos chopos de la orilla, y la correcta identificación de una pareja de zorzales alirrojos a última hora de la tarde. Algunos del grupo más retrasado consiguieron ver una lejana águila real. Cuando llegamos al parking pensando en la subida, vimos el autobús bajar. Podía dar la vuelta pues no había vehículos aparcados. Menos mal.



La Cabrera


Comentar el placer que sentimos el grupo de contar en el viaje con Antonio Ruiz, que formó parte del equipo de rodaje de "El hombre y la tierra". Sus comentarios y anécdotas, así como su conocimiento del entorno nos facilitó mucho la labor a la hora de conocer un poco mejor los lugares donde todo naturalista de ahora empezó a soñar con águilas reales volando entre peñas o lobos corriendo ladera arriba, y que ahora llevamos en la sangre y nos da la vida. Gracias.



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