lunes, 19 de enero de 2015

UN PLACER CONOCERLE, MR. SMITH

El año pasado no pudo ser. Este año, sí ha sido posible. Planificado a conciencia el viaje a Ondarroa en busca de su más ilustre habitante. La gaviota argéntea americana más conocida y, posiblemente, mejor documentada de Europa, ya que ha aparecido por tercer invierno consecutivo aquí, presentando un precioso plumaje de tercer invierno que la hace prácticamente inconfundible. Una megarareza que no había que seguir dejando pasar. 



Gaviota argéntea americana Larus smithsonianus


Pero vayamos por orden cronológico. Llegué a Ondarroa la tarde del viernes 9 de enero con intención ya de asomarme al puerto, en plan relax, estudiando la zona y, con suerte, toparme con Mr. Smith. Así lo hice, sin suerte con la gaviota en cuestión. Pero me encontré con cuatro compañeros de fatigas que conocí el año pasado, curiosamente por estas fechas, en Santoña. Fue una alegría saludar de nuevo a Pedro, Javi, Jesús y Goyo, que estaban allí por el mismo motivo que yo. Juntos los cinco, nos animamos de nuevo a recorrer el puerto en busca de la gaviota. Como dije antes, no hubo suerte pero, a última hora de la tarde, Pedro me avisa de que habían localizado una gaviota cáspica de primer invierno en un tejado de una casa cercana al puerto, y para allá que fui corriendo. Mi primera cáspica. Para asegurarme de la correcta identificación de esta complicada especie, envié días después la foto a mi tocayo Gabi Martín, experto gaviotólogo, que confirmó la observación.



Gaviota cáspica Larus cachinnans


Con esta interesante e inesperada observación quedamos para el día siguiente esperando hubiera mejor suerte.

La mañana siguiente no deparó nada nuevo. La argéntea americana seguía sin aparecer y, para lo que yo esperaba, no había apenas gaviotas en el puerto. El pesimismo empezaba a sobrevolar nuestras cabezas. Como suele ocurrir en el mundo pajarero, siempre conoces gente con la misma afición. Eso mismo sucedió con Delfín González, al que tuve el placer de conocer allí. Pedro y compañía decidieron marcharse pues en el puerto buscábamos sin fortuna y preferían buscar aves en otros lugares. Me quedé solo a la hora de comer, y decidí hacerlo sobre el terreno. No había colocado los bártulos para empezar, cuando una gaviota de aspecto muy pálido llamó mi atención. Con los prismáticos pude comprobar, con alegría y nervios, que era la ansiada gaviota americana. ¡Por fin! Por supuesto, avisé a Delfín y a Pedro. Comí rápidamente y me dediqué a observarla y no perderla de vista hasta que llegaran. La mala suerte vino cuando una joven patiamarilla echó del posadero a nuestra protagonista y no la pude relocalizar. Me sentí muy mal cuando llegaron y les conté lo que había pasado. Tantos kilómetros para volverse de vacío. Una pena. El domingo era la última oportunidad de observarla mejor y en la famosa rampa, que no se había dignado a visitar en todo el fin de semana. Para más inri, daban lluvia por la mañana.

Efectivamente, amaneció el domingo con lluvia, lo que me permitió holgazanear un poco más en la cama. Me planteé quedarme en cama y no ir dado el tiempo que estaba haciendo. Pero las ganas podían más e hice de tripas corazón y, en un momento que la lluvia respetaba, cogí los trastos y volví al puerto. Allí me encontré de nuevo con Delfín, que la tenía localizada en el tejado donde se suele ver. La disfrutamos, por fin, como se merece. A mediodía conocí a Juankar Andrés, y disfrutamos de la gaviota en el tejado y, por fin, en la rampa. Gracias a todos por vuestra ayuda y por compartir estos días de pajareo total.

Y a continuación, unas fotos más de esta maravilla venida del continente americano. ¡Qué lo disfrutéis!



















 
 

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