martes, 28 de diciembre de 2010

EN BUSCA DEL TREPARRISCOS (26 de diciembre)

El pasado domingo 26 por la mañana, un grupo de intrépidos pajareros acudíamos a Avenida de América para dirigirnos al embalse de Entrepeñas, en Guadalajara, para intentar localizar al treparriscos que un grupo de SEO observó la semana anterior. Álvaro, María, Alicia, Mar, Mariajo y yo emprendíamos tal viaje con cierto optimismo, ya que era un lugar idóneo para verlo. Tras una hora y media sin contratiempos, llegamos a dicho embalse. A un lado del muro de la presa, la inmensidad del embalse. Al otro lado, el encajonado y diminuto Tajo. El paisaje era evocador. Una carretera en mal estado nos llevaría bajo la pared olvidada por el sol, donde esperábamos ver al esquivo pajarillo. Y enfrente, una pared repleta de escaladores y bañada en oro brillante. 

Con este panorama, con frío también, comenzamos la búsqueda. Nos acercamos al borde del precipicio donde daba algún rayo de sol, y barrimos la pared una y otra vez con los telescopios. Pasados unos minutos, Alicia descubrió al enano pajarillo posado en una roca. Levantó el vuelo con dirección a la presa. Sólo Alicia, Álvaro y Maria lograron verlo con mejor o peor fortuna. El resto, ni eso. Corrimos hacia un mirador que había cerca de la presa, pero no aparecía. Observábamos mirlo acuático, lavandera blanca y zorzal común, entre otras especies. Pero del treparriscos, ni rastro. Nos fuimos a la carretera que cruza la presa, pero tampoco lo vimos.

Decidimos entonces bajar por la carretera y otear en la pared en sombra, a ver si había mejor suerte. Parábamos en un par de puntos, siempre pendientes de la pared, barriéndolo con los prismáticos, y con principio de tortícolis. Observamos unos pajarillos moverse arriba y que se perdían de vista constantemente. Resultaron ser acentores alpinos que, según avanzaba el día, se harían más comunes, registrando hasta una veintena de ellos. Cogieron confianza y bajaron al suelo a comer, y se posaron en el murete. Cuando intuían algo que no les gustaba, se lanzaban ladera abajo, quedando siempre a buena distancia para observarlos bien. Álvaro y yo hacíamos piruetas en el murete para conseguir observarlos o fotografiarlos en condiciones. Ya no nos abandonarían el resto del día.



Acentor alpino


Numerosos paseriformes salían a nuestro encuentro: curruca capirotada, verderón común, petirrojo... Los buitres leonados salían con el calor y cicleaban delante nuestro. A cada vuelta que daban, más se reunían. Y a ellos se unió un juvenil de águila real, que apareció por encima nuestro como por arte de magia. Y mientras yo permanecía embobado con los acentores, el resto del grupo consiguió ver un águila perdicera cerca del aparcamiento.



Águila real (juvenil)


A la hora de comer, seguimos la carretera hasta un viejo puente donde daba el sol. Muy a gusto nos encontrábamos allí pues, además de dar buena cuenta de las viandas, interrumpíamos la pitanza cada dos por tres para observar aves que nos acompañaban en la zona: mito, ruiseñor bastardo, herrerillo común, carbonero común, acentor común o colirrojo tizón son sólo algunas que añadimos a la lista.

Después de comer, volvimos a la pared para intentar de nuevo sacar al treparriscos, pero ya no hubo manera. Seguíamos deleitándonos con los acentores alpinos y, con las últimas luces, hicimos un alto para esperar, y observamos que la pared servía de dormidero a especies como el avión roquero, el gorrión chillón y la chova piquirroja, ésta en buenos números.

Ya se hizo la noche y el frío iba en aumento, así que abandonamos el lugar para dirigirnos a Madrid. Ya conozco otro lugar donde, con un poco de suerte, puedo observar en los fríos inviernos alcarreños al enano de la pared: al treparriscos.



sábado, 18 de diciembre de 2010

PARQUE NACIONAL DE DOÑANA (4-8 de diciembre)



Doñana es sinónimo de belleza paisajística, naturaleza rebosante y mosaicos inacabables. Empapa los sentidos con sólo caminar por sus poblaciones, sus marismas o sus playas. Contraste de colores y formas, da igual cuándo vayas, siempre hay algo que ver, y te engancha. Doy fe de ello.

Fueron cinco días en los que la climatología no dio tregua, a aguacero diario, pero fueron aprovechados al máximo para observar aves, que es a lo que íbamos. 

Nuestro primer día se inició al llegar el 4 a El Rocío justo a la hora de comer. Nada como almorzar junto a la Madre de las Marismas, ya con nuestras primeras observaciones en el cuaderno de campo. No hay como un paseo bordeando la marisma para bajar la comida y, de paso, ver las primeras aves salir a nuestro encuentro. Así, numerosas ardeidas se mostraban orgullosas ante nosotros, como la garza real, bandos de garcilla bueyera o una confiada garceta común. También observamos nuestras primeras espátulas y moritos, ánsares comunes, agujas colinegras (en buen número), la siempre omnipresente focha común, diversas especies de paseriformes (petirrojo, bisbita pratense, tarabilla común, mosquitero común o lavandera blanca), y bastante anátida (ánade real, ánade friso, cerceta común, cuchara europeo y ánade rabudo, entre otras). Llegando al observatorio de SEO (aún sin inaugurar), observamos cigüeñuela común, y nos sobrevuela un gavilán común y dos martinetes.



Aguja colinegra



Cigüeñuela común



Garceta común



El domingo 5, al ver el cielo cubierto, y con lluvia, decidimos aprovechar un rato por la mañana para observar aves en la marisma de El Rocío desde un lugar techado, con la intención de seguir a los moritos que vimos el día anterior. A pesar de la lluvia, la marisma estaba bastante animada. 

Pasado una hora desde que llegamos, nos dirigimos a Villamanrique de la Condesa, para acceder desde allí a los arrozales de Dehesa de Abajo y la laguna de la Cañada de la Rianzuela. Aquí, flamenco común y, de nuevo, numerosas anátidas y ardeidas. En mi caso observé martín pescador, y algunos privilegiados vieron elanio común. Precisamente fue en este lugar donde tuvimos una de las observaciones más curiosas del viaje: ¡¡hasta 14 calamones a la vez salían entre la vegetación para darse un baño de lluvia!! Después, parada en el Centro de Visitantes, donde nos acercamos a los observatorios que dan a la laguna, y comimos a continuación.

En la Venta El Cruce accedemos a la carretera que nos lleva a Isla Mayor y, cerca del poblado de Alfonso XIII (concretamente en el kilómetro 4), hacemos la última parada del día y, a la postre, la que mejores observaciones ofreció: garceta grande, hembra joven de halcón peregrino, esmerejón, garcilla cangrejera, hasta 9 cigüeñas negras alimentándose entre los arrozales, un bando de cerca de un centenar de tejedores amarillos, aguilucho lagunero, chorlito dorado europeo, etc. A la vuelta, y con la lista de aves bastante engrosada, nos cayó un chaparrón de narices.



Arrozales en Dehesa de Abajo


El lunes 6 visitaríamos las marismas del Odiel. Ese día, el tiempo nos daría una tregua durante la mañana, hecho que agradecimos. La primera parada fue en unas marismas (Sendero de Cabeza Alta) que se encuentran antes del espigón de Juan Carlos I, donde observamos diferentes especies de limícolas (correlimos común y gordo, aguja colipinta, ostrero euroasiático, y diversas especies de gaviotas). Acto seguido, en el espigón, más limícolas (además de las nombradas, los dos zarapitos, real y trinador) lo que permitió a la gente apreciar las diferencias entre ambos. La última parada la hicimos en La Calatilla (sorprendentemente, estaba cerrado) y las lagunas que hay alrededor. Había posibilidad de ver focha cornuda, pero nos dio esquinazo. Sin embargo, disfrutamos con la observación de más anátidas, gaviotas (incluida la de Audouin), ardeidas y pagaza piquirroja, una interesante observación. En el autobús, ya de regreso, salieron al paso otra especie estival: dos hermosas garzas imperiales.



Cuchara europeo (macho)




Gaviota sombría




Mosquitero común


Para mí, este era el día fuerte del viaje: excursión en 4x4 al Parque Nacional de Doñana, donde casi nadie puede entrar. La posibilidad de conocer la Doñana oculta, lugares recónditos apenas explorados, sin masificaciones, donde reina la naturaleza en estado puro y la paz. Y donde vive, y apenas se muestra, el rey del Parque: el lince ibérico. Conoceríamos el territorio del amenazado cazador, el hábitat en el que hay que tener suerte y vista para lograr verlo o, al menos, intuirlo. Asomado en la ventanilla, y a pesar de la lluvia, estaba preparado con la cámara de fotos para disparar una ráfaga sobre él. Buscaba en el borde de los caminos, entre la maleza, en los majanos, oteaba las pistas hasta donde la vista no alcanzaba más... Pero no hubo suerte. El agua no es la mejor aliada de los felinos, y nos dimos cuenta de ello.

El recorrido nos permitió conocer el Coto del Rey (a través de la Raya Real), las marismas de Hinojos, el Centro de Visitantes José Antonio Valverde y el entorno del Palacio del Rey. Pudimos observar especies que nos faltaba en la lista, como el águila imperial ibérica (algunos ejemplares, entre juveniles y adultos), culebrera europea, alcaraván común, rabilargo y alcaudón real, además de numerosas especies más comunes. Algunos afortunados disfrutamos con el cruce veloz y fugaz de un meloncillo. Además, numerosos ciervos cruzaban los caminos que recorríamos, como en un juego de persecución.



Coto del Rey



Ciervos


Las lluvias provocaron el desbordamiento del arroyo del Partido, única vía de acceso a El Rocío, y casi se nos presenta un serio contratiempo. Afortunadamente, todo quedó en mera anécdota. Y mientras esperábamos que llegaran todos, un elanio común nos amenizaba la espera con sus frecuentes cernidos.

Agradecer desde aquí a Doñana-nature y, en especial a Rosario (nuestra guía) por su profesionalidad y buen hacer en una visita muy especial para nosotros. Gracias. Yo repetiré, seguro.

El último día en Doñana fue un día de relax. La visita a la zona conocida como Corral de Miguel nos permitió conocer una zona mixta de pinar y dunas, paisaje típico de Doñana. Después, las visitas a los Centros de Visitantes del Acebuche y la Rocina fueron para que la gente hiciera compras y pasease tranquilamente por los alrededores. Aún así, pudimos observar algunas especies más. Por ejemplo, un aguililla calzada sobrevolaba una zona arbolada en compañía cercana de un aguilucho lagunero. Y sumamos especies forestales, como herrerillo común y capuchino, carbonero común y garrapinos, pinzón vulgar y mito, entre otros.



Alhelí de mar



Jaguarzo



Laguna del Acebuche



Charco de la Boca



Doñana es una aventura, es naturaleza salvaje en perfecta comunión con el ser humano, es algo difícil de describir porque hay que descubrirlo y verlo por uno mismo. El recorrer sus carreteras esperando que cruce como una centella el príncipe del pinar y la duna, con su moteado y ojos brillantes, un ser de dibujos animados con pinceles en vez de orejas, y sintiendo que puede aparecer en cualquier momento delante tuyo o sentado tranquilamente al borde del pinar, sabiendo que el bosque le cubre con su manto. 

Por supuesto que hablar de Doñana es hablar de aves, a miles, a cientos de miles, pero también es nombrar al felino más amenazado del planeta. Y hay que ser cosciente de que aquí, entre marismas y dunas, tiene el último de sus santuarios.
















viernes, 12 de noviembre de 2010

SAN PEDRO DEL PINATAR (7 de noviembre)

Aprovechando el puente de la Almudena en Madrid, bajé a casa con la intención de pajarear por varios de mis sitios favoritos. Pero el mal tiempo me obligó a salir sólo una mañana, así que planeé la salida a la ruta de las Encañizadas y un pequeño asomo a la charca de aclimatación de las salinas.

Llegamos mi hermano Raúl y yo temprano al parking que hay junto al molino de Quintín. Nada más empezar a andar, observamos un combatiente alimentándose en la orilla. 



Combatiente


De camino observamos varios vuelvepiedras, correlimos de diferentes especies (tridáctilo, común, menudo, zarapitín) y un grupo de zampullines cuellinegros que no alcanzarían los 100 individuos. Casi llegando al molino de la Calcetera, observamos flamenco común y tarro blanco. En un pequeño apartadero para barcas, varias gaviotas patiamarillas posaban en las empalizadas de madera y, entre ellas, una gaviota cabecinegra en plumaje de invierno. Ya estábamos llegando a las Encañizadas, con sus emblemáticos edificios en sendas lengüetas de tierra. Allí añadimos a la lista chorlitejo patinegro y grande, zarapito real, gaviota reidora, un grupito de seis chorlitos grises y un halcón peregrino posado en una torreta. 



Chorlitejo patinegro




Halcón peregrino




Vuelvepiedras


Nos propusimos llegar hasta la playa de Punta de Algas, donde nos encontramos grupos bastante nutridos de verderón común, bisbita pratense y algunas garcetas comunes en charcas cercanas al mar. Nos adentramos un poco en esas charcas y, para mi sorpresa, pude observar un aguilucho que me pareció cenizo, por lo rojizo de las partes inferiores. Desgraciadamente, la observación duró unos segundos pues se abalanzó sobre tierra y quedó oculto por la vegetación. Por las fechas, no debería haber ya cenizos pero esa coloración me creó confusión.

Volvimos sobre nuestros propios pasos al coche, y nos dirigimos a la charca de interpretación de las salinas, donde sí había bastante movimiento de limícolas: chorlitejo grande y patinegro, correlimos común (el más abundante), archibebe común y claro (éste, más abundante, hasta contabilizar 12 ejemplares), y un grupo mixto de agujas colinegras y colipintas (ésta en mayor número). También estaban presentes gaviotas reidoras y picofinas.



Archibebe claro




Correlimos común



Con buenas observaciones y registrados buenos números de ejemplares, la mañana no dio más de sí. Pusimos rumbo a casa y a planificar otra salida para dentro de nada.







miércoles, 10 de noviembre de 2010

LA SIERRA DEL LOBO (29 de octubre-2 de noviembre)



Divisamos la serpenteante forma de las crestas, bañadas en bosques frondosos y extensos, y serpenteamos por sus carreteras con las luces dadas, con la vaga esperanza de que un lobo cruzase ante nuestra atónita mirada. Porque estamos en tierra de lobos, en la Sierra de la Culebra, mostrando todo su encanto y toda su magia, que envuelve a toda la comarca, especialmente cuando el sol no es el protagonista.

Algunos pensarán, que por estar en el lugar de Europa Occidental con mayor densidad poblacional de lobo, será fácil avistarlo. Nada más lejos de la realidad. El lobo ha sido y es un animal perseguido, odiado y querido a partes iguales, considerado una alimaña, y ese instinto de supervivencia le hace ser reservado, prudente y astuto ante el ser humano. Y el que consigue verlo en su hábitat y respetando sus costumbres, se puede considerar un privilegiado. Porque no es nada sencillo verlo, es un animal aún escaso, y la sierra es muy grande. Pero si posees información de primera mano y suerte, puedes tener más opciones de verlo en su ambiente.

La mejor opción es realizar esperas en lugares elevados, y barrer la zona una y otra vez, pacientemente, haciendo hincapié en caminos, cortafuegos y linderos de masas forestales, porque el lobo es un animal terriblemente predecible, y utiliza las sendas y pistas forestales como lugares de paso y de deposición de marcas, como excrementos.



Sierra de la Culebra


Y con la intención de ver al amenazado cánido, Tomás y yo afrontamos el reto con optimismo, a pesar del mal tiempo que hizo durante el fin de semana, con lluvia, viento y frío. Avanzábamos, aún de noche, por las carreteras que cruzan territorio lobero, observando con atención hasta donde alcanzaban las luces del vehículo. Una vez se nos cruzó un zorro. Falsa alarma. Y llegados al punto de espera, ya todo había que hacerlo en silencio. Susurrábamos en vez de hablar. Colocamos el telescopio apuntando a las zonas propicias, y a esperar. El frío y el viento eran insoportables. Pero por encima de las adversidades estaban las ganas de verlo. Y sabíamos perfectamente que él nos estaba observando desde algún lugar del bosque, del brezal o de las peñas, con ojos curiosos y la prudencia de la que siempre hace gala. No así los otros habitantes del bosque, que sí se asomaron: corzo, ciervos, jabalíes, además de varias especies de aves. Nos amenizaba las esperas un confiadísimo acentor común.





Amanita muscaria


Fueron muchas horas intentándolo en varios sitios, en silencio, en compañía, con frío y agua, con sol, con grandes valles cubiertos de otoño, con neblinas matutinas que reposaban en el campo, pero el lobo no apareció. No quiso aparecer, y a Tomás y a mi se nos acabó el plazo en esas tierras de ensueño, mudas, sólo rotas por el retumbar de las escopetas de los cazadores, y marchamos tristes pero a la vez contentos de haber disfrutado de una tierra que nos estará esperando el año que viene. Porque quiero que el lobo y yo volvamos a cruzar miradas.











viernes, 29 de octubre de 2010

DESIERTOS DE OTRO MUNDO Y EL LAGO DEL AVE FANTASMA (23-24 de octubre)



Cuando vi por primera vez imágenes de las Bardenas Reales, me dio la impresión de ver algo así como una visión extraterrestre, de otro mundo, irreales. Ese pensamiento se confirma en toda su medida cuando pisas el Parque Natural y te encuentras ante formaciones rocosas indescriptibles y asombrosas, en medio de un territorio inhóspito. Entonces te preguntas quién ha podido ejercer con tal maestría estas obras de ingeniería natural. ¿Visitantes de otros mundos? La respuesta es más sencilla: la propia Naturaleza, en toda su magnitud de sencillez, es capaz de ofrecer al visitante monumentos naturales de tal calibre que uno duda, a veces, si todo eso es de este planeta. Ya desde el Centro de Visitantes, uno se empieza a frotar los ojos, pensando que lo que ve no es real.

Llegamos a un acuartelamiento y el camino se bifurca, convirtiéndose así en un lazo de 30 kilómetros aproximadamente que rodea el campo de tiro. Nosotros giramos a la izquierda para tener así un primer contacto con la zona. Hicimos la primera parada en el Corral del Hermano para intentar, por primera vez, localizar a la esquiva alondra ricotí. Sin embargo, fue un mochuelo europeo quien nos dio la bienvenida. Seguimos camino y paramos cerca del Cabezo de las Cortinas para comer. La jornada se caracterizó por el calor reinante, contraria a las predicciones meteorológicas, que anunciaban lluvia y frío. Después de comer, recorrimos parte del camino buscando aves. Pasamos por la charca de las Cortinas, seca en estas fechas, donde suele haber citas de avetoro. Oímos en el carrizo pájaro moscón y vimos un escribano palustre posado brevemente en sus tallos. Nos deleitamos con una confiada collalba gris, que querenciaba unas rocas al borde del camino. 



Collalba gris


A primera hora de la tarde llegamos al sitio más conocido del lugar, el Cabezo de Castildetierra, para que la gente pudiera hacerse fotos. Cerca de allí, observamos curruca rabilarga y collalba negra. 




Cabezo de Castildetierra


De momento nos despedíamos del Parque Natural con la mejor observación posible: una pareja de águilas reales en vuelo y jugando, por encima de nosotros en el Centro de Interpretación. Después nos trasladamos a otro sitio que todos deseábamos: la laguna de Pitillas. Visitaríamos el reino del avetoro, una de las aves más difíciles de observar de la Península. El Centro de Interpretación, que hace las veces de observatorio elevado, fue el punto elegido para otear la lámina de agua y, sobre todo, los carrizales en busca del ave fantasma. Cerca de 50 personas y otros tantos telescopios barrían la zona una y otra vez. Si estaba ahí, no se podía escapar. De pronto, alguien comentó: "creo que tengo al avetoro". Santi dio un salto, ojeó con el teles y afirmó la observación. Se armó un revuelo de narices. Todo el mundo pedía referencias, nadie veía nada. Tras unos minutos de tensión y desconcierto, todos pudimos observarlo asomar la cabeza y su largo cuello de entre el carrizo. Mariajo y yo bajamos para intentar su observación desde más cerca. Llegamos a una pasarela de madera que se movía mucho, y optamos por retrasar nuestra posición unos metros, entre los tarays. Desde ahí tuvimos una visión algo mejor, aunque la distancia era considerable. Salió del carrizo y se mostró por unos minutos, para levantar el vuelo de pronto y desaparecer detrás de un recodo de la laguna. Además del avetoro, que lo vimos de lujo, observamos mucha vida en la laguna. Se vio pájaro moscón, se oyó bigotudo y rascón europeo, había bastante aguilucho lagunero, focha común, hasta 3 garcetas grandes, garcilla bueyera, cuchara europeo, garza real, bandos de combatiente y agachadiza común, espátula, zampullín chico y cuellinegro, y somormujo lavanco.

La jornada del sábado se cerró de la mejor manera posible.



Laguna de Pitillas





El domingo volvimos a visitar las Bardenas Reales para localizar a la esquiva alondra ricotí. Hicimos varias paradas para intentarlo. En la primera, se escuchó bastante bien, pero sólo tres personas del grupo lograron ver un largo pico curvo asomarse por unos segundos detrás de un matorral. Un alto en la charca de Zapata para observar anátidas. Especialmente abundante la cerceta común. Un paseo por la Cañada Real de los Roncaleses para detectar búho real y otras rapaces, sin éxito. Y, finalmente, última parada en la Cabaña de Gárate para la ricotí, pero tampoco hubo fortuna. Encima, empezó a llover y tuvimos que irnos precipitadamente de allí.

La duda asalta al visitante cuando se pregunta cómo un lugar así, un desierto inmenso y perdido, cuyo centro neurálgico es un polígono de tiro militar, puede albergar ecosistemas tan ricos en fauna. Esa duda ya no me asalta, porque lo he visto con mis propios ojos. Vaya si es posible.




Cañada Real de los Roncaleses




Charca de Zapata



jueves, 28 de octubre de 2010

LAGUNA DEL CAMPILLO (17 de octubre)

Aprovechando el buen día que hizo el pasado domingo 17, Mariajo y yo nos dimos una vueltecita por la laguna del Campillo, a ver cómo andaba la cosa de animada. Dedicamos un paseo a mediodía desde el aparcamiento hasta el Centro de Interpretación, donde recogimos algo de información y miramos el paisaje a través de sus grandes cristaleras. De camino, nos animó la marcha la gran mancha blanca que había en el centro de la laguna, y en el que pudimos identificar gaviota sombría y reidora. Bastante cigüeña blanca nos sobrevolaba y el ruiseñor bastardo no paraba de reclamar. En los árboles, inquietos, como siempre, localizamos carbonero común, herrerillo común, papamoscas cerrojillo y mosquitero común. En el río Jarama, observamos focha común, gallineta común y zampullín chico. A la vuelta, y tras un intento fallido para localizar al calamón, nos sale a nuestro encuentro un gavilán común, y lo vemos planear un buen rato. Parada para comer y regreso por la tarde.

Para la tarde cambiamos de itinerario, y esta vez empezamos por el camino de la izquierda, el que va paralelo a la vía del tren. Nuestro objetivo era encontrar al búho real, pero no hubo suerte. En cambio, nuestra primera observación interesante fue la de una pareja de collalbas negras que seguimos con entusiasmo. Las grajillas y chovas piquirrojas graznaban con fuerza mientras iban de las paredes al suelo a alimentarse. Llegamos a un punto donde se observaba muy bien las evoluciones de los primeros cucharas europeos que habían llegado al lugar pero que, desgraciadamente, estaban a contraluz. Mi tentativa para inmortalizarlas con la cámara se vio frustrada. Decidimos dar media vuelta pues ya empezaba a oscurecer, cuando descubrimos un dormidero de garcilla bueyera en una islita de carrizo en medio de la laguna. Habría unos 50 individuos. Pero a esa hora no hacían más que llegar y llegar aves a la zona, con lo que la cifra aumentaba de forma escandalosa. En uno de los barridos para contabilizar más o menos el número de ejemplares, sale al paso un calamón común, para alegría nuestra. Lo canto y Mariajo se lanza sobre el telescopio para no perderse un solo detalle. Afortunadamente, el ave tardó unos minutos en desaparecer entre la vegetación y, mientras tanto, avanzaba de forma lenta, cauta, sin prisa y con continuas paradas para observarlo todo.

Con una enorme sonrisa de oreja a oreja, y con uno de los objetivos en el bolsillo, regresamos a Madrid prácticamente con noche cerrada.

miércoles, 27 de octubre de 2010

UN DÍA MUNDIAL DE LAS AVES IMPERIAL (2 de octubre)

El pasado 2 de octubre visitamos las estepas cerealistas de los ríos Jarama y Henares, con motivo de la celebración del Día Mundial de las Aves. Pusimos rumbo a los llanos anexos a Valdetorres de Jarama con la intención de observar las aves esteparias más relevantes del lugar. Nada más bajar del bus, un águila imperial nos daba la bienvenida posado semioculto en lo alto de un árbol. Además, descubrimos en la lejanía los primeros bandos de avutarda merodear por la zona. Avanzamos por las pistas de tierra hasta tener a la vista las ruinas de Campoalbillo, y divisamos más avutardas. Pero la sorpresa fue cuando un águila imperial en 2.º año calendario sobrevoló al grupo durante unos minutos, y permitió una excelente observación.



Águila imperial, 2.º año calendario


En el cauce seco de un arroyo observamos gorrión chillón, alcaudón real, papamoscas cerrojillo, verderón común y mirlo común, entre otras especies. Surcaban el cielo el buitre negro y el milano real.

Intentamos la observación de sisón común cerca de la urbanización La Escarabajosa, sin éxito.

Nos dirigimos después a la ermita de Nuestra Señora del Espino para comer y después realizar un paseo junto al río Torote. Nueva sorpresa cuando algunos integrantes del grupo (Edu casi se deja la voz avisando) descubrieron en una cota lejana un subadulto de águila imperial, seguramente de 4.º año calendario, posarse frecuentemente en lo alto de un pequeño pino. También nos brindó con algunos vuelos mientras le acosaban una pareja de busardos ratoneros.

Después de un intento fallido para recorrer los caminos cercanos de Torote, buscamos una alternativa cerca de Serracines, con el mismo objetivo. Lo único destacable fue el vuelo de otro juvenil de águila imperial a última hora de la tarde.



Águila imperial juvenil

Fue un día principalmente de rapaces, donde observamos hasta 5 ejemplares distintos. Las rapaces vencieron a las esteparias en este encuentro.


martes, 26 de octubre de 2010

SERRANÍA DE CUENCA (25-26 de septiembre)


Este fin de semana visitamos un paraje acogedor y desconocido para muchos, que despierta los sentidos con sus formas y colores: la Serranía de Cuenca. El río Júcar avanza entre alturas y bosques como espina dorsal del Parque Natural.

Avanzamos el sábado por una carretera algo tortuosa hasta llegar a nuestra primera parada: el Ventano del Diablo. Un capricho de la naturaleza que daba al río, encajonado entre formaciones montañosas de cierta importancia. Un mirador nos permitía asomarnos al hermoso paisaje que ofrecía el inicio del otoño y, de paso, empezábamos a añadir especies a la lista: roquero solitario, avión roquero y colirrojo tizón.



Vista desde el Ventano del Diablo


Nuestro siguiente destino era la laguna de Uña. En la extensa lámina de agua descubrimos zampullín chico, gallineta común, ánade real, focha común y varias garzas reales. En el carrizal cantaba el ruiseñor bastardo. El centro de interpretación, inaugurado esa misma semana, posibilitaba una visión más general de la laguna y los cortados que se erigían justo detrás. Antes de comer rodeamos la laguna en un agradable paseo donde observamos numerosos fringílidos, curruca capirotada, petirrojo y algunos córvidos. Los omnipresentes buitres leonados nos acompañarían durante todo el fin de semana.

A primera hora de la tarde paramos en unos cantiles cercanos al pueblo de Uña para intentar la observación del águila real. No hubo suerte, pero un halcón peregrino nos deleitó con sus pasadas y picados. Después nos dirigimos al embalse de la Toba, donde registramos garza real, archibebe claro, garceta común y andarríos chico. En los cortados, a nuestra espalda, localizamos un grupo de chovas piquirrojas en vuelo y, para nuestra sorpresa, dos alimoches (adulto y juvenil) posados en lo alto del cantil.

La última parada del día la realizamos en una pista forestal que partía de la carretera de subida a Las Majadas, y donde observamos pico picapinos y piquituerto.

El domingo empezamos el día visitando el nacimiento del río Cuervo, aún desierto de turistas. Añadimos a la lista pinzón vulgar, agateador común, trepador azul y reyezuelo listado.

Después nos dirigimos a Tragacete para visitar la dehesa del Poyal. El mirlo capiblanco nos dio plantón.



Niña celeste

Y la última ruta partía desde el cercano pueblo de Huélamo, y se internaba entre bosques y roquedos en un paraje conocido como el Masegar. La mayoría del grupo pudo observar, por fin, al águila real. Y concluimos la lista de aves apuntando al triguero, el escribano soteño y la tarabilla norteña.



Huélamo


miércoles, 20 de octubre de 2010

SALINAS DE SAN PEDRO DEL PINATAR (11-12 de septiembre)

Con el ritmo frenético que a veces nos entra a los pajareros, el siguiente fin de semana viajamos a uno de mis sitios predilectos: las Salinas de San Pedro del Pinatar. Y es que la tierra tira mucho, y si encima hablamos del mejor humedal de la Región de Murcia, las excusas sobran. De este modo, el segundo fin de semana de septiembre pusimos rumbo a este excelente enclave para observar limícolas, flamencos y alguna que otra sorpresa.



Garceta común


Conviene recorrer las salinas tranquilamente con el teles al hombro atentos a cualquier rincón, pues merece la pena no perderse ningún detalle en el lugar. Para empezar, un recorrido paralelo a la carretera que se interna por el Parque Regional y que llega hasta el puerto de la localidad, permite contemplar a la principal protagonista de la ZEPA: el flamenco común. Está presente todo el año pero no cría en la zona. Con ese plan salimos el sábado tempranito y, aparte de esta elegante zancuda, observamos bastante tarro blanco, avoceta común, cigüeñuela común, gaviota picofina, reidora, patiamarilla y cabecinegra, martín pescador y limícolas, entre otras muchas especies.



Gaviota cabecinegra 2.º invierno




Gaviota picofina (adulto y juvenil)



Contábamos conque hubiera ya bastante limícola, pero el paso de estas era aún flojo. Aún así, nos pudimos deleitar con diversas especies, como el chorlitejo patinegro y grande, o los correlimos común, menudo y zarapitín, y algunos en paso como el combatiente y los archibebes oscuro y claro.



Correlimos zarapitín juvenil


Por la tarde visitamos la zona conocida como Las Encañizadas, tras un agradable paseo desde el molino de Quintín hasta el molino de la Calcetera. De camino, justo después de pasar por los famosos baños de lodo, pudimos observar a mano izquierda un grupo de cerca de 500 zampullines cuellinegros, que se suelen reunir en ese paraje durante el otoño y el invierno. Y junto a ellos, la sorpresa del fin de semana: un juvenil de falaropo picofino, acosado a menudo por los zampullines. Además, en ese paseo no es nada difícil observar diversas especies de limícolas, como los nombrados anteriormente, a los que podemos añadir vuelvepiedras y correlimos tridáctilo.



Falaropo picofino juvenil


Con esta interesantísima observación, seguimos rumbo a Las Encañizadas, donde continuamos realizando observaciones interesantes como zarapito real, los tres chorlitejos (patinegro, grande y chico), charrán patinegro, charrán común, charrancito, fumarel común y chorlito dorado europeo, entre otras muchas especies.

Apuramos hasta que desapareció prácticamente la luz, y volvimos al hotel con el cuaderno de campo lleno de especies. Y es que no me cansaré de pajarear en este sitio porque nunca te decepciona.



MONTAÑA PALENTINA (4-5 de septiembre)



Por si no hubiésemos tenido suficiente la semana anterior con nuestro encuentro con los osos en Asturias, nos acogíamos con la misma ilusión que entonces a asomarnos el fin de semana siguiente a otro enclave igualmente cautivador y hermoso como son las maravillosas tierras palentinas, con el fin de observar de nuevo al plantígrado y al lobo ibérico. Sin duda, dos de nuestras más preciadas joyas faunísticas. Para llevar a cabo nuestro plan, contábamos con la ayuda de nuestro querido amigo Tino, y Toño, que lleva cerca de 18 años trabajando con el oso pardo. 

Comenzamos nuestra andadura en cuanto llegamos a esos increíbles alojamientos rurales que pone a nuestra disposición y que disfrutamos de lo lindo, acompañado de ese delicioso pacharán casero. De camino al alojamiento, observamos dos chotacabras grises apurar su estática posición hasta casi echarnos encima de ellos. Buen comienzo.

El sábado comenzamos la jornada antes de que se hubieran colocado todas las piedras del monte, y salimos bien abrigados para evitar la humedad y el frío. Nos apostamos una vez llegado al sitio de la espera, callados como muertos, sin toser, sin podernos casi limpiar el agüilla que de la nariz nos caía por no hacer ruido con el pañuelo y sentir la mirada amenazante de Tino sobre nuestra nuca, casi sin respirar, con los prismáticos y los telescopios a punto.

De pronto, aparecieron aquellas figuras que se desdibujaban por la ladera. "Sí, chicos, lobos". Hasta 6 lobos juntos se apostaban entre las retamas, alguno se tumbó debajo de un viejo mostajo. Casi sin solución de continuidad, Maite dijo: "Oso, un oso". Todos intentamos descubrir dónde encontrar tamaño descubrimiento. Toño también lo avistó, pero el resto no tuvimos tal privilegio. Eso sí, la visión de aquel grupo familiar que estábamos disfrutando fue algo para recordar. Por la tarde, por esa misma zona donde un rato antes anduvo gente, aparecieron de nuevo. Al parecer, esa zona era un punto de reunión donde se juntaban los adultos que permanecían en el territorio y los jóvenes que se dispersan.




El domingo, también de madrugada, asaltamos la misma zona de espera para volver a ver al lobo, y lo conseguimos. Un ejemplar despedazaba un trozo de carne (seguramente de ciervo), y en escena apareció una vieja hembra alfa, afectada de cojera, que seguía ganándose el respeto del resto del grupo aunque ya no fuera la jefa.

El fin de semana transcurrió lleno de risas, buenas viandas e inmejorable compañía; las clases de rastros y huellas que impartió Tino fueron impecables, como siempre. Y la Montaña Palentina sigue descubriéndonos tesoros bien guardaditos...




lunes, 18 de octubre de 2010

EN EL REINO DEL OSO (25-29 de agosto)


Teito


Abrazamos la oportunidad con la ilusión de un niño. Por primera vez conocería la tierra por la que el oso pardo nos observa y nos estudia, donde prospera poco a poco y donde parece que empieza a ver el futuro con algo de optimismo. Íbamos, igualmente, sabiendo que la empresa de verlo en libertad era muy difícil, casi imposible. Pensábamos en disfrutar de los paisajes, sus gentes y costumbres, empaparnos de su naturaleza prodigiosa, aunque yo, al contrario que Mariajo, albergaba un mínimo de esperanza. Así pues, partimos temprano de Madrid el 25 de agosto rumbo al Parque Natural de Somiedo. En un trayecto que duró entre 5 y 6 horas y en el que no hubo contratiempos, llegamos a un lugar de verde infinito y pueblos acogedores donde podríamos hacer realidad un sueño.

En los sucesivos días disfrutamos de encantadores pueblos encajonados en verticales paredes, que nacen a su vez en frondosos bosques, de sus valles de tierras fértiles jalonados por las aguas cristalinas de sus ríos y arroyos, de su abundante fauna y su incontable flora.

En las frecuentes esperas departes con gente de todos los rincones de la Península, intercambias información y anécdotas, sin dejar de patrullar las laderas arbustivas y rocosas de las montañas. Y cuando, de pronto, ves algo moviéndose con andar desganado, gritas para ti: "Ahí está, ahí está el oso". Y no reaccionas. Bueno, sí. Le sigues con el teles el mayor tiempo posible, procuras quedarte con todos sus rasgos, sus movimientos, es algo que no se ve todos los días. Y tan súbitamente como apareció, desaparece entre los árboles con sus esbardos detrás, como un fantasma, mientras el manto de la niebla descansa sobre la ladera por donde unos minutos antes anduvo el rey de la montaña y el bosque. Porque no hay que olvidar que estamos en su territorio, en el reino del oso.

La mejor prueba de que este hermoso animal se encuentra entre nosotros...








viernes, 24 de septiembre de 2010

PRESENTACIÓN

Bienvenido a este nuevo blog dedicado a las aves y la naturaleza que nos rodea. Espero estar a la altura de las circunstancias y poder ofrecer narraciones y descripciones de mis aventuras esperando al lobo u observando aves en un humedal cualquiera. Todas las imágenes son propiedad de sus autores, y están protegidas por Real Decreto 1/1996, de 12 de abril, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley de la Propiedad Intelectual. Se prohibe la reproducción total o parcial sin consentimiento expreso de los propietarios, pidiendo permiso para acceder a ellas, y siempre citándolos.

Y ahora, con el teles a cuestas... ¡¡¡¡a salir al campo!!!!