Bellos paisajes y tranquilidad se nos presentaba en estos lares poco frecuentados y poco conocidos, y me incluyo en esa lista, pues desconocía la existencia de este lugar que ya figura en rojo en mi cuaderno de campo, con la esperanza de poder repetir en el futuro. Esta zona concreta de la Sierra de la Demanda engancha por sus variados ecosistemas, su valiosa naturaleza y, como he dicho antes, por su enorme regocijo de calma y sosiego, invitando al viajero a meditar mientras se contempla sus infinitos horizontes y sus frondosos rincones. Descubrir la belleza de este valle es toda una aventura, y no defrauda. Vamos a desgranar lo acontecido el fin de semana del 14 y 15 julio cuando viajamos a lo desconocido y volvimos con la sensación de haber estado allí mucho tiempo.
El sábado llegamos al lugar poco antes de comer, lo que nos permitió realizar un pequeño paseo subiendo la carretera que conduce a la estación de esquí de Valdezcaray. Reseño antes que nada que el centro neurálgico y la referencia para moverse por allí es Ezcaray, bello pueblo enclavado en plena cabecera del valle del Oja. Después de este inciso, continuamos narrando lo que encontramos en la subida a las pistas de esquí. En plena subida, paramos en una carretera que accedía a unos repetidores, en lo alto de una cota. Es este un buen lugar para deleitarse con las idas y venidas del alcaudón dorsirrojo, el escribano cerillo y la curruca zarcera como aves más destacadas observadas ese ratito. La lista no podía empezar mejor, y con esa buena toma de contacto bajamos a Ezcaray para comer. El lugar elegido fue una zona verde pegada al río Oja, que nos deparó buenos momentos para la observación. Aquí se dejó ver el agateador común, el camachuelo común, la lavandera blanca y el mirlo acuático, por citar algunas.
Alcaudón dorsirrojo
Río Oja a su paso por Ezcaray
La tarde la dedicaríamos a visitar un hayedo en el pueblo de Azarrulla, cuya ruta recibe el nombre de "Barranco de Usaya". Se trata de un camino que se interna en dicho hayedo, acompañando siempre al arroyo Usaya, afluente del Oja, y que salvaremos varias veces por medio de pasarelas de madera (en el momento de nuestra excursión, la segunda pasarela estaba rota, precaución). Tras 600 metros de caminata, la pista realiza un giro a izquierda de 180º, pero nosotros seguimos por una vereda que se internaba de frente en el bosque. El paisaje es idílico como en un cuento de hadas, frondoso en sus laderas y relajante en el susurro de sus aguas, que te acompaña durante el trayecto, envuelto en sombras y en paz. Merece la pena parar un momento y oír el silencio del bosque, el mecido de las ramas y el trino de los pájaros. Y tú alzas la vista intentando localizarlos, y te encuentras gigantes verdes que apenas dejan ver el cielo y que te invitan a continuar por sus húmedos pasillos de barro. Cuando llegas a la séptima y última pasarela, debes volver sobre tus pasos, disfrutando de nuevo de una belleza como pocas veces se podrá encontrar. En cuanto a aves, esta ruta es especialmente indicada para intentar agateador norteño, carbonero palustre, camachuelo común y reyezuelos sencillo y listado.
Anacamptis pyramidalis
El domingo tocaba subir al collado de la Cruz de la Demanda, puerto de montaña propicio para intentar localizar a una de las aves más esquivas de nuestra fauna: la perdiz pardilla. La niebla permanecía en lo alto, e hicimos tiempo parando en un área recreativa en la subida para realizar un corto paseo a lo largo de la carretera. Volvió a salir a la palestra el carbonero palustre, además de añadir a la lista lavandera cascadeña.
A media mañana la niebla disipó y llegamos a las increíbles vistas del collado con la clara misión de observar a la perdiz en cuestión. El lugar no se caracteriza por su diversidad faunística, sin embargo los dos bisbitas observados son una muestra de lo selecto del lugar: bisbitas campestre y alpino. Tras realizar la ruta de Pozo Negro, con la cumbre de Otero como testigo, llegamos al collado de Toborlaza donde a nuestra derecha y echando la vista hacia abajo, pudimos descubrir una laguna de verdes aguas. Ese es Pozo Negro, bello paraje en una sucesión de secos glaciares, donde nos encontrábamos. De pronto, alguien dio el aviso: perdiz pardilla a tomar viento. Y como suele pasar en estos casos, desbandada al lugar de los hechos. La cita es dudosa, la distancia y la reverberación no ayudaban a la observación, y lo tuvimos que dejar en interrogante, ya que quedaba volver al bus, bajar a Ezcaray y comer. Para colmo de males, Mercedes se cayó y se abrió el labio, además de varias contusiones por todo el cuerpo. A un médico rápidamente. Ya se encuentra bastante mejor, así que desde aquí muchos ánimos y a mejorarse. Muchos besos.
Y quería acabar esta entrada acordándome de la "Vieja Guardia", que los echábamos de menos, a Santi y a Miguel Ángel, y los buenos momentos que vivimos ese fin de semana. Y, como no, del reverso tenebroso que se iba apoderando de casi todos nosotros, dirigiendo los prismáticos y las cámaras a otros bichos igual de atractivos y bellos: las mariposas, presentes en todos los lugares visitados. Vaya carreritas que nos dábamos para identificar unas o fotografiar otras, somos unos frikis (¿verdad, Edu, Félix...?).
Melanargia lachesis
Argynnis pandora
Lycaena virgaureae miegii
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